Padre de Misericordia, que has enviado a tu Hijo amado
para que los hombres y mujeres en El tengamos vida.
Al prepararnos para el Primer Congreso Misionero Salvadoreño,
imploramos con esperanza viva la presencia del Espíritu Santo,
principio de comunión e impulsor de la primera experiencia
evangelizadora.
Que este congreso sea la experiencia de un nuevo Pentecostés,
que fortalezca nuestras parroquias para que sean comunidades
de discípulos y misioneros de nuestro tiempo.
Y confirme la comunión en nuestra iglesia para que asumamos el
compromiso misionero ante los retos del mundo actual.
Que al prepararnos para este Congreso tengamos presente que “hoy,
como ayer, anunciar el evangelio significa anunciar y testimoniar a
Jesucristo vivo, el Hombre nuevo”.
Concédenos la gracia de anunciar el evangelio gozoso de la vida a
los hombres y mujeres que no han conocido la plenitud de tu amor manifestado en Jesucristo, tu enviado.
Nos encomendamos a María madre y Reina de las misiones,
Reina de la paz, modelo y maestra de discípulo y Misionero.
Amén.