"Yo quisiera suplicarles, queridos hermanos, que durante toda esta semana piensen mucho en las misiones, en los misioneros y, si es posible, aquí la tengan los niños, a los jóvenes, a los jóvenes de sus propios hogares; porque Dios tiene de signo sobre esa juventud de El Salvador. Cuantos misioneros podrían salir de nuestras familias si se vivira este espíritu, De esta gran empresa misionera. No le podemos proponer al joven una obra heroica, una aventura tan maravillosa como la de ser misionero, aun cuando no sea sacerdote. Allá se reciben también médicos, enfermeros, profesionales, ingenieros, catequistas, por poco tiempo, por unos años. ¡Cuantos están trabajando en aquellas tierras!
Pero, si no tenemos gente con este temple heroico de ser misionero, al menos-, hermanos, seamos misioneros de retaguardia, desde nuestro hogar cumplamos nuestros deberes; la finalidad del matrimonio, la santidad de la familia, el sufrimiento de la enfermedad, ofrecerlo todo por las elecciones, porque cuando en el credo decimos: "Creo en la comunión de los santos", estamos expresando esta verdad. Lo bueno que tú tu hagas en tu casa se convierten bienestar de todo el organismo. Es oración por los misioneros."
(Homilía de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, 16 de octubre de 1977).