Las advertencias de Jesús
Nos sorprende el modo de proceder de Jesús. Estuvo con los discípulos después de haber resucitado. Les recordó claramente lo que debían hacer, pero no les dió un programa preciso y concreto a realizar, ni asignó una tarea específica a cada apóstol, de acuerdo a sus capacidades. Pero eso sí, les dio el Espíritu Santo y los envió al mundo entero.
No le dijo a Juan: tú por ser joven te vas a encargar de la juventud; tú Pedro, siendo el más experimentado, organiza el programa general; tú Mateo, te vas a encargar de la economía del grupo… Nada de eso. Las tareas concretas a realizar, los tiempos y las modalidades las sugiere el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia. Jesús sabia lo que hacia. Sin embargo dejó algo bien claro, cuando se despidió de ellos, les dijo (Hechos 1,8):
Ustedes serán mis testigos:
– Aquí en Jerusalén, en nuestra Diócesis, en nuestra parroquia.
– Allí en Judea, en Samaria, nuestro país, en nuestra América.
– Allá hasta los confines de la tierra, más allá de las fronteras continentales.
Vemos que no los lanzó de golpe hasta los confines del mundo, sino que les propuso comenzar con un horizonte concreto y limitado, para después ir ampliándolo poco a poco, hasta llegar a la total apertura universal.
De la misma manera, el camino misionero de la Parroquia, puede ser planteado siguiendo un esquema similar, comenzando por “aquí” en la parroquia, siguiendo por “allí”, luego en el horizonte para ir abriendo la mirada hacia la misión universal, y terminar “allá”, lanzándose a la misión, más allá de las fronteras. Los tres escalones (aquí, allí y allá) deben ser pensados y programados juntamente con el párroco y los líderes de la comunidad donde se va a realizar la misión.
Plataforma de lanzamiento
La Iglesia se hace visible en la Diócesis, concreta y operante en cada Parroquia. Veamos lo que se dice al respecto:
“cada Parroquia ha de renovarse en orden a aprovechar la totalidad de sus potencialidades pastorales, para llegar afectivamente a cuantos le están encomendados. Con sus organismos e instituciones, ha de asumir decididamente un estado de misión permanente, en primer lugar dentro de su propio territorio, dado que la parroquia es para todos los que integran su jurisdicción tanto para los ya bautizados, como para los que todavía ignoran a Jesucristo, lo rechazan o prescinden de Él en sus vidas” (Documento de la Conferencia Episcopal Argentina, mayo 2003, Navega Mar Adentro, 72).
Crear y avivar el espíritu misionero
El primer paso que hay que dar en la tarea de hacer misionera la Parroquia, es comprender que la misión empieza por casa, como lo ha afirmado el Papa Pablo VI: “en la tarea evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma” (Cfr. Evangelii Nuntiandi, 15).
La misión interior es signo creíble y estímulo para la misión exterior, y viceversa (RM, 34). Haremos entonces un Campo de Misión. Este camino a recorrer debe pensarse y programarse; nosotros hacemos una sugerencia en los anexos (anexo 2).
PARA REFLEXIONAR Y PROFUNDIZAR
1- ¿Cuál es el programa concreto que Jesús dio a los apóstoles?
2- ¿Por dónde debe empezar la misión?
3- ¿Cómo haremos la misión? ¿dónde empezaremos, en qué comunidad, colonia?
NOTA: Elegir un lugar adecuado para el próximo encuentro. Traer y compartir algo (piñatas, dulces, fruta, pastel, música, etc.). Además, traer víveres, ropa, etc. e ir a visitar alguna familia que viva en abandono, que esté necesitada (puede ser la familia de algún miembro del grupo).
Archivo(s) adjunto(s):
Tema 3 – Se hace camino al andar – Proyección Misionera.pdf |