Objetivo:Ayudar a descubrir a los miembros del grupo que Dios los llama a una vocación especial, y que nos invita a descubrirla en comunidad.
Marco Teórico:La vocación es un llamado particular que Dios hace a cada hombre para insertarse de una manera especial en el Plan de Salvación. Cada uno de nosotros está llamado por Dios a cumplir un papel en la vida. Dios nos elige desde antes de nacer para una misión especial en el mundo. Es preciso saber escuchar la voz de Dios y dejarse guiar por Él para descubrir la vocación de cada uno. Para ello hay que ser perseverante y saber observar las señales que Dios nos da en la vida diaria. Este primer año de formación tiende a ayudar a los jóvenes a que escuchen la voz de Dios que los llama, y conocer la vocación misionera para ver si eso es lo que quiere Dios de cada uno de ellos.
(Lecturas complementarias para el animador: CIC 27; 44; 897-900)
1.- CATEQUESIS MISIONERA
ORACION INICIAL
Jesús, tengo ganas de ser amigo tuyo, muchas ganas. ¿Me admitirás en tu compañía?
Quiero conocerte por dentro, íntimamente, para admirarte e imitarte. Porque aspiro a ser una imagen tuya, la más perfecta posible, sin dejar de ser yo mismo.
Además quiero pasar contigo largos ratos: mirarte, contemplarte, escucharte, hablarte con los evangelios en la mano, que siempre tienen algo inesperado y nuevo.
Y quiero comprometerme. Sí; comprometerme contigo en todas las zonas de mi vida, en casa y en la calle, en el trabajo y en los estudios, con los amigos y en las diversiones: definirme y luchar en todas partes por los valores de tu evangelio, la justicia y la fe, la solidaridad y la libertad, la paz.
Tendré que esforzarme muchísimo, lo sé, contra tantas fuerzas exteriores e interiores que me arrastran por otros derroteros.
¿Puedes echarme una mano, cariñosa y fuere? Lo necesito, te necesito. Porque yo quiero, quiero de verdad, ser tu amigo, conocerte, estar contigo. Comprometerme y hacerme como Tú, una buena imagen tuya.
Dame una mano, vamos, y ahí va la mía, abierta, entera y deseosa.
EXPERIENCIA DE VIDA
Juego “La Campanita”
Se lleva a los participantes a un lugar abierto y se los invita a jugar. Se solicitan dos tres voluntarios, que se apartan del grupo y alguien les venda los ojos. Mientras tanto, se reparte entre los que quedaron una campanita y otros elementos con sonidos semejantes (frascos de vidrio, vasos, objetos de metal, etc.) y se los ubica dispersos explicándoles el objetivo del juego. Se hace traer a los que tienen los ojos vendados, y se les explica que deben encontrar la campanita, haciéndoseles previamente escuchar su sonido para que la identifiquen. Una vez que comienza el juego, los que tienen los otros objetos, también comienzan a hacerlos sonar. El juego concluye cuando todos han encontrado la campanita. Puede repetirse el juego varias veces para que todos tengan oportunidad de haber buscado la campanita.
Una vez concluido el juego, se invita a que todos los que han participado comenten sus impresiones, qué tenían que hacer y cómo se sintieron en el rol que les tocó. Luego, en plenario, compartir en base a las siguientes preguntas:
1.- Identificar los roles de los distintos participantes en el juego.
2.- ¿Cuál era el objetivo del juego?
3.- ¿Cuál era la principal dificultad para cumplir el objetivo?
4.- ¿Qué otras cosas dificultaban lograr el objetivo?
5.- ¿Qué actitudes eran necesarias en el que tenía los ojos vendados para cumplir su objetivo?
Debe guiarse la discusión para que se lleguen a descubrirse los siguientes aspectos:
1.- Roles:
- Hay una campanita quellama desde lejos.
- Hay una persona que debe encontrar la campanita.
- Hay otras personas que dificultan la búsqueda.
2.- El objetivo del juego consistía en encontrar la campanita.
3.- No fue fácil porque no se podía ver: había que buscarla con los ojos vendados.
4.- Además había otros ruidos que confundían e impedían escuchar el sonido de la campanita.
5.- Para ello había que escuchar su sonido: hacer silencio, prestar atención y seguir el sonido.
De la misma manera que ocurrió en el juego, también nos ocurre en la vida. Todos tenemos en nuestra vida un llamado a ser “alguien”, a ocupar un lugar que sólo nosotros podemos ocupar, a escribir una página en la historia que sólo nosotros podemos escribir. Y la vida nos llama de muchas maneras. Esto es lo que se llama “Vocación”
Preguntar a los participantes qué entienden por la palabra “vocación”. A partir de las respuestas que surjan, conducir a la reflexión de que todos nosotros hemos experimentado en nuestra vida (o lo estamos experimentando) ese sentimiento de “sentir” o “saber” que estamos llamados a “ser alguien” en la vida. Y todos de maneras diferentes.
Invitar a los participantes a que compartan qué querían ser de chicos cuando crecieran, cómo o por qué lo sintieron, y cómo están llevando o no adelante eso que sintieron. Si hay adolescentes en el grupo, la pregunta para ellos será qué quieren ser cuando sean mayores.
Luego del compartir, se puede llegar a concluir que:
- Todos invariablemente, en algún momento de nuestras vidas, nos sentimos “llamados” a “ser alguien” en la vida
- Esos llamados pueden ser claros o confusos y pueden haber más de uno.
Pero hay un llamado particular en nuestras vidas, un llamado que es el único verdadero, el único que nos hará plenamente felices. Es un llamado que va más allá que nuestra profesión, nuestro oficio, lo que “hacemos” para vivir. No es un llamado a “hacer”, sino un llamado a “ser”, a darle un sentido profundo a nuestra vida, a aportar algo al mundo, a transformar el mundo. Este es el llamado que nos hace Dios. Para ello se compartirá el llamado que sintió un jovencito que vivió cerca del año 1.000 AC.
ILUMINACION
El joven Samuel servía al Señor en la presencia de Elí. La palabra del Señor era rara en aquellos días, y la visión no era frecuente.
Un día, Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos comenzaban a debilitarse y no podía ver. La lámpara de Dios aún no se había apagado, y Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: “Aquí estoy”. Samuel fue corriendo donde estaba Elí y le dijo. “Aquí estoy, porque me has llamado”. Pero Elí le dijo: “Yo no te llamé; vuelve a acostarte”. Y él se fue a acostar.
El Señor llamó a Samuel una vez más. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Elí le respondió: “Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte”. Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor, todavía no le había sido revelada.
El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “aquí estoy, porque me has llamado”. Entonces Elí comprendió que era el señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla Señor, porque tu servidor escucha”. Y Samuel fue a acostarse en su sitio.
Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: “¡Samuel, Samuel!”. El respondió: “Habla, porque tu servidor escucha”.(1Sam 3,1-10)
Reconstruir con los participantes la narración del comienzo de la vocación de Samuel. Luego, explicar que este fue el comienzo de la vocación de Samuel, quien fue llamado por Dios a ser el guía espiritual de la nación de Israel en una época muy difícil de éste, cuando estaba oprimido por otro pueblo que eran los filisteos. Samuel luchó por mantener viva la fe en el Señor, estimulando al mismo tiempo el fervor patriótico de los israelitas y la voluntad de resistir a la dominación extranjera.
Al igual que le ocurrió a Samuel, entre tantas voces que nos llaman en el mundo, hay una voz que nos hace la llamada más profunda, la única llamada que nos conducirá a la felicidad plena, a descubrir realmente quiénes somos, para qué estamos en este mundo. Esa es la voz de Dios.
La palabra “vocación” significa “llamado”. En nuestra vida, todos tenemos una vocación que ha sido pensada para cada uno de nosotros: para algunos será formar una familia, para otros la vida religiosa, para otros vivir la castidad. Algunos serán llamados a ejercer una profesión, un oficio, una actividad….
Veamos cuáles son las características de la vocación cristiana:
- Dios nos llama: Al igual que en el juego había que buscar una campanita, en nuestras vidas tenemos que buscar nuestra vocación. En el juego nos llamaba el sonido de la campanita. En la vida, quien nos llama a la vocación es Dios, como lo hizo con Samuel.
- No somos nosotros los que elegimos nuestra vocación, sino que es Él quien nos elige a nosotros: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero” (Jn 15,16)
- La búsqueda de la vocación no es algo fácil, puesto que no se muestra así de una forma tangible. No se nos aparece Dios y nos dice “quiero tal cosa de vos”, sino que se deja mostrar a través de las cosas cotidianas de la vida.
- Escuchar la voz de Dios: La vocación es como la campanita: No hace mucho ruido, así hay que hacer un esfuerzo para escuchar con atención y seguir el sonido.
- Dejarse guiar por Dios: Cuando comenzó el juego, la campanita simplemente se conocía de oído y de haberla escuchado de lejos. Había que seguir el sonido y buscarla, sin saber muy bien qué se iba a encontrar. Con la vocación misionera ocurre lo mismo. Aún no sabemos muy bien de qué se trata, pero vamos a empezar a escuchar su sonido y a buscarla. Será preciso entonces estar atentos para ir conociendo y aprendiendo de a poco en qué consiste, para recién poder saber si es para nosotros o no. Lo mismo ocurrió con María cuando el Ángel le anunció que iba a ser la Madre de Dios. Ella no entendía muy bien qué es lo que le pedía Dios, pero sin embargo dijo que sí valientemente.
- En el juego había que ser perseverante y seguir intentando hasta llegar por fin a la campanita. Para descubrir una vocación ocurre lo mismo: No es una cosa que ocurra de un día para el otro, sino que es un proceso que lleva tiempo y que requiere perseverancia, abrir los ojos, los oídos y sobre todo el corazón para escuchar la voz de Dios.
ORACION FINAL
Explicar que la campanita que se utilizó en la dinámica inicial representa la voz de Dios que nos llama. Invitar a los participantes que le expresen a Dios en voz altasu disposición a estar atentos para escuchar su voz y descubrir cuál es la vocación a la cual El los está llamando, y a pedirle fuerzas para ser perseverantes en esta búsqueda que hoy se inicia. Para ello, se entregará a uno de los presentes la campanita, quien hará su oración en voz alta, y pasará la campanita al compañero de al lado, y así siguiendo hasta que todos hayan expresado su oración. Para acompañar la oración, puede cantarse “Habla, que tu siervo escucha”
COMPROMISOS
Personal: Buscaré un momento durante la semana para reflexionar de qué manera he ido descubriendo cuál es mi lugar en el mundo.
En el propio Ambiente: Compartiré con alguien conocido lo que he vivido en este encuentro.
Más allá de las Fronteras: Cada noche, pediré en mis oraciones por todos los jóvenes del mundo, para que no se dejen seducir por los llamados vacíos y sin sentido del mundo, para que sepan escuchar el único y verdadero llamado de Dios que los invita al a felicidad.
2.- ESPIRITUALIDAD MISIONERA
ORACION INICIAL
Me llama tu voz, Señor. Desde todos los rincones, me está llamando tu voz. Siento muchos ojos que me miran. Oigo tu palabra en muchas voces que me gritan. Y en aquellos que me necesitan, veo tu mano extendida. Eres Tú quien me pregunta cuando veo ese niño hambriento, o esa madre extenuada con su hijo a la espalda. Sé de muchos hombres que no oyen tu Evangelio, y de otros que viven miserablemente en la indigencia. |
Y todos ellos me gritan en silencio, que no viva tan tranquilo. ¿Qué puedo hacer yo? Ese hombre sin ganas de vivir porque no encuentra sentido a su vida, tantos que viven sin fe y no conocen el Evangelio; otros que están enfermos y no encuentran consuelo. En todos ellos y desde todos los rincones de la tierra me está llamando tu voz. |
EXPERIENCIA DE VIDA
El siguiente testimonio cuenta cómo nació la vocación misionera de la Hermana Mercedes, misionera trintaria (www.hermanastrinitarias.net):
Siempre sentí la inquietud de abrirme a nuevas experiencias y asumir grandes retos en mi vida, pero fue en el verano de 2001, cuando hice una experiencia de Misión en la Sierra de Oaxaca, en plena selva Mexicana, cuando descubrí mi vocación misionera.
El encuentro con la gente sencilla y carente de medios, la experiencia de tener que prescindir de tantas cosas que hacemos imprescindibles en nuestra realidad cotidiana, el tener que salir de mí misma, de mi comodidad, de mi cultura, de mi lengua y acercarme a otra realidad tan distinta, movida únicamente por Dios, me hizo comprender, que esa era su voluntad sobre mí. Me sentí llamada nuevamente a dejar mi tierra y todo lo que con ella se quedaba en España, para abrirme a nuevos mundos con el único objetivo de extender el mensaje de Jesús.
Ciertamente a raíz de aquel verano algo cambió en mi interior, no estaba satisfecha de mi forma de vivir, veía que mi vida como religiosa debía dar un cambio, me sentía acomodada, instalada, pendiente de una imagen exterior que no era reflejo de lo que se movía en mi interior; y temía que mi vida se tambalease si asumía el riesgo de vivir con mayor radicalidad el seguimiento de Jesús, sin embargo, estaba convencida de que hoy por hoy si los religiosos queremos ser un testimonio para el mundo, hemos de vivir con radicalidad nuestra opción por Cristo con todo lo que ello significa.
La verdad es que los años siguientes a la experiencia en México, fueron años duros, de cuestionarme muchas cosas, de crisis y sufrimiento, pero a la vez unos años tremendamente sanadores para mí. Doy gracias a Dios por las personas que en ese momento puso en mi camino y que tanto bien me han hecho con su consuelo, consejo y acompañamiento, pues sin duda alguna lo que ahora soy es, en parte, gracias a ellas, por haber permitido ser instrumentos de Dios a través de los cuales el iba actuando en mí.
Ciertamente, creo que Dios ha ido moldeándome poco a poco para la misión que tenía reservada para mí, por eso cuando a finales de agosto de 2006 me propusieron el participar en la Fundación de una nueva casa Trinitaria en la India, no dudé en responder afirmativamente a la propuesta, pues era algo que llevaba mucho tiempo deseando en lo más profundo de mi corazón. A finales de Noviembre de ese mismo año 2006, estaba finalizando el curso de preparación para misioneros, cuando le detectaron a mi padre un cáncer de pulmón con metástasis cerebral, lo cual me obligó a desplazarme a Barcelona y tener que aplazar, temporalmente, todos mis planes sobre la Fundación de la India, la cual estaba prevista para principios de enero de 2007, cosa que en un principio me supuso mucha confusión, ya que deseaba profundamente participar en la Fundación pero la enfermedad de mi padre en ese momento concreto me desorientó, me sentía confundida, aunque tenía claro que mi lugar, en aquel momento, estaba al lado de mi familia.
Fueron ocho meses muy duros, pero a la vez han supuesto para mí un verdadero regalo de Dios por tener la oportunidad, después de catorce años fuera de mi casa, de poder acompañar, día a día, a mi padre en su enfermedad. Fueron muchas las horas de hospital, la impotencia de no poder hacer nada por aquel que me dio la vida y que veía como se le escapaba a él la suya día a día. Pero sobre todo fue un tiempo privilegiado para crecer en abandono y confianza en Dios. El día 9 de julio de 2007, fallecía mi padre en un hospital de Barcelona.
Después de esta experiencia, volví a Madrid para retomar mi preparación de cara a la Fundación en la India, y nuevamente experimenté el temor de ver truncados los planes de la Fundación para mí, ya que durante el tiempo que estuve en casa ayudando a mi madre con los cuidados de mi padre y de mi abuela, me rompí un disco de la columna y después de varios meses de dolor, me aconsejaron operarme, lo cual supuso para mí reafirmar nuevamente mi abandono y confianza en Dios. En octubre de 2007 me operaron y en apenas un mes ya hacía prácticamente vida normal. Después de todos estos acontecimientos, por fin!! en enero de 2008 partimos desde Madrid, rumbo a esta maravillosa tierra, la India, donde hoy soy feliz ejerciendo mi Misión.
Luego de leer el testimonio, invitar a los participantes a compartir qué es lo que más les llama la atención del mismo.
ILUMINACION – ORACION
La oración se propone en cinco momentos. Previamente se habrá separado a los participantes en pequeños grupos de tres o cuatro personas, y se habrá entregado a cada participante un dos trocitos de cartulina, uno con forma de rosa y otro con forma de maceta o de tierra con pastito.
1.- Salmo 25 – Súplica para conocer los caminos de Dios
Entregar a cada uno de los participantes una copia del salmo y dividirlos en dos coros (grupos). Primero, todos rezarán la antífona, que puede ser cantada. Luego, cada coro leerá una estrofa entonando todos la antífona entre estrofa y estrofa.
Ant. Muéstrame Señor tus caminos, enséñame tus senderos A ti, Señor, elevo mi alma, Dios mío, yo pongo en ti mi confianza; ¡que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí mis enemigos! Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad. Enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador y yo espero en ti todo el día. |
El Señor es bondadoso y recto, por eso muestra el camino a los extraviados. El guía a los humildes para que obren rectamente Y enseña su camino a los pobres. ¿Hay alguien que teme al Señor? El le indicará el camino que debe elegir; Su alma descansará feliz Y su descendencia poseerá la tierra. El Señor da su amistad a los que lo temen Y les hace conocer su alianza. Mis ojos están siempre fijos en el Señor, Porque él sacará mis pies de la trampa. |
2.- Ofrecimiento de la propia persona
Explicar a los participantes que para poder escuchar a Dios, primero tenemos que entregarnos por completo a El. Por eso, primero que nada, vamos a pensar qué cosas tenemos que entregarle a Dios. Qué cosas de nuestra personalidad, de nuestro ser, de nuestro carácter, de nuestras debilidades, nos impiden escuchar la voz de Dios y ser lo que El quiere que seamos. Vamos a escribirlas en la rosa de cartulina. Luego de unos minutos de reflexión, se invita a que compartan en los pequeños grupos aquellas cosas que queremos entregarle a Dios de nuestra persona. Luego de unos minutos de compartir, se invita a que todos vayan acercando al altar su hombrecito mientras entonan algún canto apropiado.
3.- Ofrecimiento de la propia vida
En segundo lugar, vamos a ofrecer a Dios aquellas cosas de mi mundo, de mi realidad, de mi familia, de mi trabajo, de mi vida cotidiana, que me cuestan. Aquellas realidades, como las que le tocaba vivir a la rosa del jardín, que hacen mi vida difícil, pero que no puedo cambiar. Siguiendo la misma dinámica que para el momento anterior, escribirán esto en la maceta, compartirán en los pequeños grupos, y luego depositarán las macetitas en el altar, mientras entonan un canto apropiado.
4.- Invitación a Dios a hablarme
Luego de ofrecer nuestra vida y nuestra realidad a Dios, tenemos que pedirle que nos deje oír su voz, que nos hable, que nos muestre sus caminos, como decía el Salmo. Pidamos a Dios que nos hable. Canto: “Habla, que tu siervo escucha”
5.- Promesa y disposición de escuchar a Dios
Pero no basta con pedirle a Dios que nos hable, si no estamos dispuestos a escucharlo. No basta que nos muestre sus caminos, si no estamos dispuestos a mirarlo, y lo que es más importante, a seguirlos. Tenemos que asumir un compromiso ante Dios, de que vamos a estar atentos a escuchar su voz, y dispuestos a “hacer lo que él nos pida”. Para ello, el animador irá nombrando a cada uno de los participantes, como Dios llamó a Samuel, repitiendo dos veces su nombre. Y cada uno irá respondiendo: “¡Aquí estoy, Señor, porque me has llamado!” y a continuación hará una pequeña oración en la que comprometerá a escuchar el llamado de Dios y a hacer todo lo posible por seguirlo, diciendo: “Yo, XXXX me comprometo a….”.
COMPROMISOS
Personal: Cada noche, pediré en mis oraciones a Dios, que me de la capacidad de escuchar su Voz, descubriéndola en las cosas que cada día me toca vivir, y de reconocer su Voluntad.
En el propio ambiente: Viviré la semana intentando descubrir en cada acontecimiento de mi vida, la voz de Dios que me llama a seguirlo.
Más allá de las Fronteras: Buscaré información sobre algunos misioneros de mi diócesis, o de mi país, que se encuentren misionando en tierras lejanas y ofreceré por ellos mi oración.
3.- SERVICIO MISIONERO
ORACION INICIAL
Señor, Tú me estás llamando. Y yo tengo miedo de decirte que sí. Tú me buscas y yo trato de esquivarte. Tú quieres vivir dentro de mí, y yo me resisto, Y así no acabo de entender qué es lo que deseas de mí.
Tú esperas una entrega completa. Es cierto, y yo, a veces, estoy dispuesto a realizarla en la medida de mis fuerzas. Tu gracia me empuja por dentro Y en esos momentos todo me parece fácil. Pero bien pronto me planto, y vacilo en cuanto me doy cuenta de lo que tengo que sacrificar.
Delante de una dolorosa ruptura definitiva, me surgen dudas. Señor, sufro en silencio, combato en la noche. Dame fuerzas para no rehusar. Ilumíname en la elección de lo que Tú deseas Estoy dispuesto, Señor.
EXPERIENCIA DE VIDA
Entregar a los participantes el siguiente texto para ser leído y reflexionado en pequeños grupos:
Nuestra vida está llena de voces que nos llaman, que nos invitan a muy diferentes cosas y de muy diferentes maneras. El hombre de hoy se siente “tironeado” de muchas partes y de muchas maneras. La fuerza de estas llamadas ponen a prueba la resistencia y la fortaleza de los hombres de hoy. El mundo se ha convertido en “una permanente llamada”: la propaganda, la publicidad… y el hombre no sabe hacia dónde mirar.
- La publicidad es una llamada a tener, a poseer.
- La moda es una llamada a “verse bien”.
- La droga es una llamada a la opción por la vida “sin sentido”
- El sexo es una llamada a la opción de la vida por el cuerpo, desintegrando la persona humana.
- El alcohol, la violencia, la delincuencia, el “no me importa nada”… son llamadas a una vida que destruye.
Ante tantas llamadas, me pregunto: ¿Cuál es el sentido de mi vida? Es más… ¿tiene sentido mi vida? ¿Para qué estoy yo en este mundo? ¿Cómo he de vivir mi vida para que no se desperdicie? Ante tantas voces que me llaman…. ¿cómo elegir? ¿cómo saber cuál es la correcta?
Comparte las siguientes preguntas:
- ¿Te parece que las “llamadas” que se presentan en el texto influyen en la vida de los jóvenes de hoy? ¿de qué manera?
- ¿Qué otras “llamadas” hace el mundo a los jóvenes de hoy (busca por lo menos 5)? Formúlalas en el formato: “El/la …………… llama a los jóvenes de hoy a ………..”
ILUMINACION
Dice Jesús: “Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo (…) Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos. Al vencedor, lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono” (Ap 3,20-21)
El mundo con todas sus “llamadas” nos hace sentir que con las cosas que él nos ofrece, es suficiente para nosotros. La juventud de hoy vive ocupadísima llenándose de bienes, de actividades, de ruido, de placeres, de miles de cosas que no son fundamentales. Y a veces llega a tener la sensación de que es feliz…. Pero en el fondo sabe que en la soledad, lejos del ruido y del bullicio, se siente vacía….
Sólo Dios puede llenar plenamente ese vacío. Y El está esperando a que nosotros nos decidamos a abrirle la puerta y a responder a su llamado.
ACTIVIDAD
En base a lo aprendido durante estos tres encuentros, armar una cartelera para colocar en la Parroquia o en algún lugar de la comunidad donde pueda ser visto por los jóvenes (cancha, club, colegio, etc.), en la que se vuelque lo aprendido.
ORACION FINAL
Leer nuevamente la lectura del libro del Apocalipsis. Recordando la llamada de Dios a Samuel, el animador irá llamando a cada uno, repitiendo dos veces su nombre y golpeando tres veces como quien toca una puerta. Cada uno irá respondiendo “Aquí estoy Señor, porque me has llamado”, y a continuación le expresará al Señor en la oración, que está dispuesto a dejarlo entrar y a oír su voz y seguirlo. También podrán pedir por los jóvenes del mundo, para que no se dejen seducir por los llamados del mundo y escuchen la voz de Dios.
COMPROMISOS
Personal: Prestaré atención durante la semana a los distintos “llamados” que me va haciendo la vida y trataré de discerniré a qué me llama
En el propio ambiente: Estaré atento a quienes me rodean, para ayudarlos a identificar los “falsos llamados” de la vida y a descubrir el “buen llamado” de Dios.
Más allá de las fronteras: Cada noche, pediré en mis oraciones por todos los jóvenes del mundo, para que no se dejen seducir por los llamados vacíos y sin sentido del mundo, para que sepan escuchar el único y verdadero llamado de Dios que los invita al a felicidad.
4.- COMUNION MISIONERA
Este encuentro se realizará en un lugar diferente al habitual. Sería conveniente organizar una salida a algún lugar como un parque, una plaza, o la casa de alguno de los integrantes del grupo.
ORACION INICIAL
Señor Jesús, que has llamado a quien has querido, llama a muchos de nosotros a trabajar por Ti, a trabajar contigo. Tú que has iluminado con tu Palabra a los que has llamado, ilumínanos con el don de la fe en Ti. |
Tú nos has sostenido en las dificultades, ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy. Y si llamas a alguno de nosotros, para consagrarlo todo a Ti, que tu amor alimente esa vocación desde el comienzo y la haga crecer y perseverar hasta el fin. Amén |
EXPERIENCIA DE VIDA
Se propone compartir el testimonio de Iñigo Iriarte, un joven laico español, que él mismo ha titulado: “Ser lo que Dios quiere que seamos”
Al acabar mis estudios en el colegio secundario de los Escolapios de Bilbao (España), me pregunté cuál era el sentido de mi vida. Nunca había aflorado al exterior mi relación con Dios aunque desde los 12 o 13 años la oración-conversación con Él había sido algo cotidiano. Creía, con esa competitividad con la que afrontaba los estudios, que para sacar un sobresaliente al final de mi vida no me quedaba más remedio que ser sacerdote. Pero no lo veía claro, sobre todo el celibato. Sí veía claro que Jesús hizo una nítida opción por lo pobres y eso sí me convencía. Un franciscano me dijo un día que lo primero es seguir a Dios y que ser sacerdote o laico era secundario, que cada cual tiene su camino. De hecho dejé medicina para estudiar teología con la idea de, al siguiente año, ir al seminario de los Padres Blancos en Madrid. Pero no fui. Sentí que ser laico comprometido en este momento histórico y eclesial podría ser la llamada que Dios me hacía. Eso sí, también como misionero.
Amaia, en ese tiempo mi novia, terminó la carrera de Bellas Artes y yo la de Teología y nos ofrecimos para ir a África, pero las misiones diocesanas vascas solicitaron nuestra presencia en Ecuador. Nos casamos y a los dos meses tomamos el avión para compartir allí seis preciosos años de nuestra vida durante los cuales nacieron nuestros dos primeros hijos (ahora tenemos tres). Concretamente en Santa Rosa, provincia de El Oro, al sur de Ecuador aprendimos a mirar la realidad del mundo desde los ojos de los pobres formando equipo con otros laicos, presbíteros y religiosas del grupo misionero vasco.
Al regresar me ofrecieron hacerme cargo de la dirección de las misiones diocesanas en Bilbao. En mi diócesis ya se empezaba a liberar a laicos comprometidos a tiempo completo para responsabilidades en tareas pastorales. Laico y misionero. En el marco de una Iglesia comunidad, todos los cristianos, y por ello los laicos, estamos llamados a seguir a Jesús y consecuentemente a evangelizar con nuestros hechos y actitudes. Ahora, a pesar de los contratiempos que conlleva la llamada "crisis de los cuarenta” quisiera que mi vida sirviera para transmitir el amor que Dios me ha brindado continuamente y para contribuir con lo que pueda al avance del Reino de Dios con un mundo más justo, humano y fraterno.
Luego de leer el testimonio, invitar a los participantes a compartir qué es lo que más le llama la atención del mismo.
ILUMINACION
(Habla Jeremías) La Palabra del Señor llegó a mí en estos términos: “Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones”. Yo respondí: “Ah Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven”. El Señor me dijo: “No digas: soy demasiado joven, porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor”. (Jer 1,4-8)
Para cada uno de nosotros, Dios pensó desde siempre un plan. Desde antes de crearnos, El ya nos había destinado para “ocupar un lugar en el jardín de la creación”. Dios había pensado un papel que jugaríamos en la vida. Y a eso es que nos llama.
En este tiempo, de manera especial nos está llamando a conocer la vocación misionera, que es la misma a la que llamó a las personas cuyas vidas hemos conocido hoy. Dios llama a toda su Iglesia a ser misionera. Por ello, a lo largo de este año, vamos a ir conociendo esta vocación misionera para hacerla carne en nuestras vidas.
Para compartir con todo el grupo:
1.-¿Cuáles son los sueños, aspiraciones e ideales más comunes del hombre de hoy?
2.-¿Cuáles son tus sueños, aspiraciones e ideales para tu vida en particular? ¿Con qué sentirías que tu vida sería plenamente feliz?
3.- ¿Qué sueños tenemos para nuestro Grupo Misionero? ¿Cómo nos gustaría que sea en el futuro?
A cada uno se le entregará una tarjeta de cartulina, en la que escribirán, de un lado, los sueños, aspiraciones e ideales que cada uno tiene para su propia vida (pregunta 2), y en el otro, con respecto al Grupo (pregunta 3). Compartir entre todos la respuesta y armar un afiche con las respuestas de la pregunta 3 que quedara para el grupo
ORACION FINAL
Para iniciar la oración se leerá nuevamente la lectura de la Vocación de Jeremías. Luego se invitará a los participantes a hacer un momento de oración personal, en el cual cada uno depositará a los pies de la cruz los sueños e ideales propios (pregunta 2), ofreciéndoselos a Dios, poniéndolos en sus manos y pidiendo que se cumpla Su voluntad y no la de ellos, luego leer en voz alta los sueños e ideales para con el Grupo Misionero (Afiche – pregunta 3).. Puede iniciarse y finalizarse la oración con el canto “La vocación de Jeremías” (Antes que te formaras…..) u otro canto semejante.
COMPROMISOS
Personal:Me tomaré un momento durante la semana para reflexionar acerca de cuáles son mis sueños e ideales más profundos y pediré a Dios que, si son lo mejor para mi vida y la de los demás, me ayude a realizarlos.
Comunitario: Me interesaré por conocer los sueños e ideales de aquellos que me rodean.
Más allá de las Fronteras: Cada noche, pediré en mis oraciones por todos los misioneros del mundo, y en especial por los de mi diócesis que están misionando en tierras lejanas, para que perseveren en su vocación, y también por toda la Iglesia para que descubra que está llamada toda ella a ser misionera.
Archivo(s) adjunto(s):
CM01 – Dios nos esta llamando.pdf |