“El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy… Habla, porque tu servidor escucha». (1 Sam 3,4)
“Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!»". (Is 6,8)
"Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones". (Jer 1,5)
“Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte”. (Jer 1,7)
“Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz”. (Nah 2,1)
“Síganme y los haré pescadores de hombres”. (Mt 4, 19)
“Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, astutos como la serpiente, pero sencillos como la paloma”. (Mt 10,16)
"El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará”. (Mt 16,24)
“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia". (Mt 28,19)
"Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". (Mc 1,17)
“Jesús los eligió para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. (Mc 3, 14)
"Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”. (Mc 16,15)
“Los discípulos salieron a predicar por todas partes con la ayuda del Señor”. (Mc 16,20)
"Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho»". (Lc 1,38)
“Me envió para llevar la Buena Nueva a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”. (Lc 4,18)
“ La Palabra es la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre”. (Jn 1,9)
“Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también a ustedes." (Jn 20,21)
“Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra”. (Hech 1,8)
“Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”. (Hech 4,20)
“Él nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos”. (Hech 10,42)
"No tengas miedo, sigue hablando y no calles… Yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño". (Hech 18,9)
“No me avergüenzo del Evangelio, porque es la fuerza de Dios para la salvación de todos los que creen”. (Rom 1,16)
“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es para mí una necesidad imperiosa. ¡Pobre de mí si no anuncio el Evangelio!”. (1Cor 9,16)
“Me hice débil con los débiles para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para salvar por lo menos a algunos. Y todo lo hago por el Evangelio”. (1Cor 9,22)
“Se nos concedió la gracia de anunciar a los pueblos paganos la incalculable riqueza de Cristo”. (Ef 3,8)
“Rueguen también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar con valentía el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador entre cadenas, y así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo”. (Ef 6,19)
“Confiados en nuestro Dios, nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios entre frecuentes luchas”. (1Tes 2,2)
“Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros”. (1Tes 2,8)
“Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes”. (1Jn 1,3)