29 DE JUNIO DEL 2012
1.- DOS VOCACIONES; UN MISMO ESPÍRITU: Por Gabriel González del Estal
1.- San Pedro y San Pablo fueron dos personajes muy distintos. Pedro fue un pescador rudo, probablemente inculto, espontáneo, voluntarioso y con altibajos en su comportamiento. Pablo fue un fariseo culto, apasionado, y, a partir de su conversión, muy seguro de sí mismo, creativo y luchador valiente y decidido. Pedro fue el primero en confesar la fe en el Mesías y sobre él fundó Cristo su Iglesia. Pablo fue el principal predicador y propagador de la fe cristiana y el principal fundador de las primeras comunidades cristianas. Pedro se dedicó principalmente a predicar la fe entre los judíos; Pablo fue el apóstol de los gentiles.
Pero lo que más me interesa a mí destacar hoy es que estos dos grandes apóstoles, tan distintos ellos, vivieron y actuaron siempre movidos por un mismo Espíritu, por el Espíritu de Jesús de Nazaret, por el Espíritu Santo. Y esta fue la raíz y causa de su éxito y de su fecundidad. Yo creo que esto, para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, que no permitimos que se dude de nuestra mayoría de edad y de nuestro talante independiente, culto y propio, debe ser un aspecto que debemos tener muy en cuenta. Podemos ser muy distintos en el carácter, en la cultura, en nuestra vivencia de lo religioso, en nuestra vocación y en nuestras actividades; pero si estamos todos llenos de un mismo espíritu, del Espíritu de Jesús de Nazaret, todos caminaremos en la misma dirección, aunque caminemos por caminos distintos. No debe asustarnos la diversidad, ni en la religión, ni en la vida.
La diversidad es necesaria y no vamos a poder nunca evitarla, pero es que, además, la diversidad es fuente de progreso y estímulo para la búsqueda. Cada uno de nosotros somos y actuamos como individuos únicos e irrepetibles, distintos a cada uno y a todos los demás, pero, si tenemos el mismo Espíritu, todos colaboraremos al bien común, al bien de la persona, de la sociedad y de la Iglesia. Repito: Pedro y Pablo fueron muy distintos, pero los dos se dejaron guiar siempre por el Espíritu de Jesús de Nazaret y eso fue bueno para la difusión y consolidación de la primitiva Iglesia cristiana. Tratemos nosotros de imitar su ejemplo.
2.- El Señor me libró de todas mis ansias. La fe, traducida en una confianza sin límites en el poder y en el amor del Señor, hizo que San Pedro y San Pablo no perdieran nunca el entusiasmo y la valentía en la predicación del evangelio. Los dos sufrieron calamidades sin cuento, en el cuerpo y en el alma, siendo encarcelados varias veces, continuamente perseguidos y, al final, condenados a muerte. Pero ninguna dificultad les quitó el ánimo, ni el entusiasmo interior. Su fe les dio siempre la seguridad de que el Señor resucitado estaba de su parte y, de hecho, esta seguridad de que el Señor les protegía y les amaba fue la que, realmente, les libró de todas sus ansias. Muchas veces, nuestros miedos y nuestras inseguridades, interiores y exteriores, son simplemente falta de fe. Si sabemos que Dios está con nosotros no podrán vencernos las dificultades, ni el dolor, ni la muerte. San Pedro y San Pablo fueron en esto, como en tantas otras cosas, un ejemplo admirable.
3.- Con esta fiesta de San Pedro y San Pablo termina hoy el año paulino. Es seguro que este año dedicado a San Pablo nos ha ayudado a todos a conocer mejor al apóstol de las gentes. ¿Podemos decir también que este año ha ayudado a los cristianos a seguirle y a amarle con más fidelidad y con más fuerza? Esperemos que así haya sido. Así se lo pedimos, con humildad y confianza, al Señor Jesús, de quien San Pablo se declaró siempre humilde siervo.
2.- SAN PEDRO Y SAN PABLO: Por Javier Leoz
1.- Al llegar la festividad de San Pedro y de San Pablo salen a flote los primeros pasos de nuestra era cristiana, tomando cuerpo en dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana.
Era la hora de la verdad:
-De dar razón de las palabras de Jesús hasta los últimos confines de la tierra
-De pasar del dicho al hecho… incluso vertiendo la sangre
-De no seguir con miradas perdidas en el cielo
-De probar la verdad o la fragilidad de la fe en el discipulado
2.- San Pedro y San Pablo
-Son columnas de ese gran edificio espiritual que es nuestra Iglesia
-Son testimonio de un Cristo vivo de, aquellos, que lo supieron escribir con sangre
-Son, tan distintos, que fueron capaces de unirse en lo esencial: ¡por encima de todo el afán evangelizador!
-Son punto de referencia a la hora de tomar un camino u otro en nuestra vida cristiana. Como San Pedro…a veces corremos el riesgo de quedarnos “con y en los nuestros”. Como San Pablo… qué bien nos vendría si Dios nos tirase de nuestro particular, altivo y querido caballo (orgullo, hipocresía, mentira, debilidad, falsos prejuicios, cobardía…) para aventurarnos a lo nuevo sin miedo.
3.- San Pedro y San Pablo
-En uno Jesús puso la familiaridad y la cercanía, el compañerismo y….hasta le leyó de antemano las contradicciones en las que caería en los aledaños de la Pascua.
-Con el otro, Dios, quiso saltar las fronteras de una Fe que podía haberse quedado encerrada en las cuatro puer tas de Palestina
-En uno sobresale aquello de “ser amigo de sus amigos”. No le acompañó precisamente ni la ciencia ni las letras…..pero tuvo la virtud de ser sencillo como una paloma y noble como el oro. Jesús…le hizo entrega de las llaves de esa gran familia que es nuestra Iglesia.
-Con el otro….Dios hizo el milagro de la conversión radical. Pasó de ser adversario a ser “fan” y propagandista de Jesús. Se sintió derribado de sus esquemas y de sus acepciones, de su sabiduría y de su altanería. Todo lo estimó en basura…cuando lo comparaba con el amor/riqueza de Cristo. Pasó de la vehemencia a la docilidad ante su Dios.
Dios no quiere a superhombres para llevar a cabo su Reino. Dios quiere respuestas. Pedro le falló en las horas más decisivas de la Pasión de Jesús. Pablo se convirtió en uno de los más sangrientos perseguidores. Pero, después, con un “sí” uno pasó de ser pescador en Galilea a ser pescador de almas. El otro, de ser un incrédulo, guerrero e intelectual, pasó a ser un enamorado de la causa de Jesús. Dos personas distintas con un mismo denominador común: “Jesús… ¡todo por Jesús!”
4.- Los nuevos “Pedro” y los nuevos “Pablo”
Aún con nuestras historias (buenas o malas), limitaciones (que son otras tantas), con los caminos emprendidos (a veces contrarios a la fe), aun siendo como somos (y mira que somos complicados)…. Dios sigue contando con nosotros: pone el tesoro de su Reino en nuestras manos aún a sabiendas que siempre serán empecinadas y constantes vasijas de barro.
En esa carne (débil y pecadora) que somos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, Dios va manifestándose todos y cada uno de los días. Ojalá seamos capaces de ofrecer a DIOS nuestra vida de tal manera que nos sintamos “menos superhombres” y “más amigos de Dios”
Con todo ello, en este día de los pilares de la iglesia, tenemos un recuerdo y oración especial por ese testigo del evangelio que nos ensambla con el primer testimonio de los apóstoles y que es signo de unidad, de caridad y de comunión en toda la iglesia: Benedicto XVI ¡Feliz día de San Pedro y de San Pablo!
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