I DOMINGO DE CUARESMA
22 de febrero de 2015
- Liturgia 1° Domingo de cuaresma – ciclo B
- Homilias para celebraciones distintas
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LOS DESIERTOS DE LA VIDA: Por Gabriel González del Estal
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TIEMPO DE CONVERSIÓN Y PENITENCIA: Por Antonio García-Moreno
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VENCER LA TENTACIÓN CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU: Por José María Martín OSA
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¡OJO! EL DEMONIO ANDA DISFRAZADO: Por Javier Leoz
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JESÚS FUE TENTADO, COMO NOSOTROS: Por Ángel Gómez Escorial
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PARA JÓVENES: PESE A QUE NO LE ENTENDAMOS, DIOS ES UN BUEN HOMBRE: Por Pedrojosé Ynaraja
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Liturgia 1° Domingo de cuaresma – ciclo B
MONICIÓN DE ENTRADA: Bienvenidos a la Eucaristía del Primer Domingo de Cuaresma. Vamos a recorrer juntos el tiempo fuerte que ya iniciábamos el pasado miércoles con la imposición de la Ceniza. Hoy, Marcos, con su habitual concisión y brevedad, nos va mostrar el episodio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Él, Dios verdadero y Hombre completo, también fue tentado como lo somos nosotros, todos los días y a todas las horas.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA: Tras el diluvio, Dios pacta con Noé que no habrá otro diluvio y que la destrucción nunca mas alcanzará a la Tierra. hoy es una parte más del plan universal de Dios para la salvación del género humano, lo cual llegará de forma plena con la encarnación de Jesús como hombre verdadero y Dios presente entre nosotros.
DEL LIBRO DEL GÉNESIS 9, 8-15
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
— Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganados y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.
Y Dios añadió:
— Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive en vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes. Palabra de Dios
MONICIÓN AL SALMO RESPONSORIAL: SALMO 24: Es una oración personal pidiendo a Dios su amparo y su guía por los caminos que Él mismo ha marcado a sus criaturas. Es, para nosotros, hoy, el mejor mensaje que podemos recibir en el inicio de esta Cuaresma.
R.- TUS SENDAS, SEÑOR, SON MISERICORDIA Y LEALTAD PARA LOS QUE GUARDAN TU ALIANZA.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.-
Recuerda, Señor, que tu ternura
y con tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.-
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA: El apóstol Pedro, hace referencia, también, al pacto de Dios Padre con Noé y ve en las aguas purificadoras del diluvio un anticipo liberador del agua del bautismo. Todo ello es muestra de la misericordia y paciencia de Dios con sus criaturas y de la acción salvadora definitiva de Jesús Nazaret que, con su muerte, nos salvó a todos.
DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 3, 18-22
Queridos hermanos:
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos –ocho personas– se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo de bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que llegó al cielo, se le sometieron los ángeles, autoridades y poderes, y está a ala derecha de Dios. Palabra de Dios
MONICIÓN AL SANTO EVANGELIO : Si hay algo común a todo hombre y en toda mujer es la tentación. Y sin embargo nos cuesta mucho aceptarlo. Todavía no nos damos cuenta que en las pruebas de la vida Dios está a nuestro lado.
ACLAMACIÓN: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 12- 15
En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
— Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creer en el Evangelio. Palabra del Señor
MONICIÓN POSTCOMUNIÓN
CONTIGO EN EL DESIERTO, SEÑOR
Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión
para así, ofrecerme hasta desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.
EXHORTACIÓN DE DESPEDIDA: Estamos en Cuaresma y nuestro pensamiento debe ser sacar provecho de conversión y amor, que nos sirva para ser mejores y, con ello, para mejor acompañar a Jesús de Nazaret en su sublime recorrido de amor y salvación. Es la semilla que hemos obtenido hoy de nuestra Eucaristía y que debemos plantar en nuestros corazones… Estamos en Cuaresma…
Homilias para celebraciones distintas
1.- LOS DESIERTOS DE LA VIDA: Por Gabriel González del Estal
1. El Espíritu empujó a Jesús al desierto. El desierto, en la vida de cualquier persona, es un camino necesario para llegar a la meta deseada. Hablar de desierto en el camino de la vida cristiana es hablar de momentos difíciles por los que tendremos que pasar si pretendemos llegar bien preparados a la Pascua de Resurrección. Pueden ser dificultades físicas, en forma de enfermedad, o dificultades psicológicas y espirituales, en forma de crisis interiores y tentaciones, o problemas sociales, en forma de dificultades económicas, relaciones laborales o familiares. Todos los santos y todas las grandes personas tuvieron que pasar por desiertos interiores o exteriores, antes de llegar a ser lo que fueron. También Cristo, como leemos hoy en este relato evangélico, según san Marcos, tuvo que pasar por el desierto, antes de comenzar su vida pública. Y no lo hizo empujado por sus deseos más naturales, sino empujado por el Espíritu. El desierto fue para Jesús un lugar de privaciones materiales y de tentaciones espirituales. Hablando humanamente podemos decir que el desierto probó y fortaleció a Jesús, dejándolo preparado para recorrer con éxito el largo camino que le quedaba antes de llegar al Calvario y al momento glorioso de la Resurrección. También todos nosotros deberemos aceptar los momentos de desierto interior y exterior, si queremos llegar triunfantes a la resurrección gloriosa. En la Liturgia de las Horas hay un himno que nos habla del desierto de nuestro corazón. Lo escribo aquí, a continuación, para que podamos rezarlo y meditarlo durante esta cuaresma. <Hoy que sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón. Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón. Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza en el desierto de mi corazón. Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón. Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón>. Y como, a pesar de todos nuestros esfuerzos, el desierto, con su dosis de dolor correspondiente, puede llegar algún día a nuestro corazón, pidamos a Dios, ya desde ahora, con palabras también de un himno de Laudes: "Que cuando llegue el dolor, que yo sé que llegará, no se me enturbie el amor, ni se me nuble la paz".
2. Dijo Dios a Noé y a sus hijos: yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. Dios promete a Noé un pacto, una Alianza: no volverá a haber otro diluvio que devaste la tierra. Sorprendentemente, este pacto no está condicionado a la respuesta del hombre, sino que se basa única y exclusivamente en el amor y la misericordia de Dios. Es decir, que en todos los casos la misericordia de Dios es más grande que el pecado del hombre. Esto debe de llenarnos de agradecimiento a Dios y debe animarnos a serle fieles, movidos más por su amor, que por el miedo a sus castigos. Lo mismo que la misericordia de Dios para con nosotros se basa únicamente en su amor incondicional a nosotros, así nosotros debemos responder con fidelidad al amor de Dios, movidos únicamente por su amor. Las prohibiciones morales que se basan únicamente en el miedo al castigo, aunque sea pedagógicamente útiles –acuérdate de los novísimos y no pecarás- , no son, teológicamente, las más fieles al mandato bíblico. Como sabemos, en el mandamiento de Jesús es el amor y nunca el miedo el que debe dirigir todas nuestras acciones. Así lo han reconocido después todos los grandes santos y teólogos de la Iglesia. Sólo en este sentido puede entenderse correctamente la conocidísima frase de San Agustín: ama y haz lo que quieras.
3. Tus sendas son, Señor, misericordia y lealtad. El salmo responsorial de hoy resume muy bien lo que acabamos de decir: recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. Con estas palabras terminamos hoy nuestra reflexión dominical.
2.- TIEMPO DE CONVERSIÓN Y PENITENCIA: Por Antonio García-Moreno
1.- "Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo…"(Jl 2, 12-18). Sacerdotes de Dios para interceder por los hombres. Ayudándoles a estar a buenas con el Señor, dándoles a conocer su infinita misericordia y su justicia implacable. Pidiendo perdón por los pecados propios y por los de todo el pueblo, desagraviando con el propio sacrificio tanto desamor como se tiene con quien es el Amor. Rogar hasta las lágrimas y los hondos suspiros del alma que sufre, como propias, las ofensas que otros infieren a Dios. Unirse a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, clavarse en su Cruz con serena y gozosa esperanza.
Comenzamos el tiempo de la conversión y la penitencia. Cuarenta días de desierto donde buscar a Dios y purificar el alma, tan manchada y tan inclinada hacia el mal. Quiero aprovechar estos días con intensidad y constancia, fortaleciendo mi decisión de serte fiel hasta la muerte. Ojala lo consiga… Dios mío, ven en mi ayuda. Date prisa en socorrerme.
El profeta Joel sigue diciendo: "Que el Señor sienta celos por su tierra y perdone a su pueblo" (Jl 2, 18). Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. Colores de penitencia, el morado de la cuaresma, el clamor y los gemidos implorando piedad y compasión para este pueblo, que hace poco danzaba y retozaba en la impiedad y la burla, entre risas y borracheras, y ahora calla y llora, abatido y hambriento, vacío y dolorido… Dios mío, Tú ya nos conoces, incluso sabías al crearnos que te traicionaríamos, que te olvidaríamos, que te despreciaríamos.
Sí, Señor, Tú sabías del barro que estamos hecho. Y, sin embargo, nos amaste, nos diste la vida, nos llamaste nos perdonaste tantas veces… Gracias, Padre mío, por ser tan pródigo en tu perdón, tan derrochador de amores y misericordia. Bendito seas, Señor, bendito seas. Y sigue así, sigue enamorado de este pobre hombre que quiere y no puede, o que puede pero no quiere. Yo mismo no me comprendo. Sólo estoy seguro de una cosa, de que me amas hasta los celos… Quién te amara así, quién jamás te hubiera ofendido…
2.- "Cooperando, pues, con él os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios". (2Co 6, 1). Es una lluvia torrencial la que a veces cae sobre nuestra pobre tierra reseca. El velo que oculta las maravillas de Dios se descorre un poco, para dejar entrever nada más el poder y la bondad del Señor. Entonces uno comprende lo que significa la entrega generosa y la renuncia por amor a Cristo. Entonces las lágrimas acuden silenciosas, punza por dentro el desamor de tantas veces. Nace otra vez la ilusión y el buen deseo.
Quererte más y más, tratar de corresponder mejor a amor inefable. Comprometerme más seriamente en la tarea de sembrar tu palabra, en el afán de ser santo a los ojos de mi Dios y Señor. Recomenzar como si nada hubiera ocurrido, rectificar y recuperar cuanto pueda lo pudo perderse.
“Convertíos y creed el Evangelio” (Mc 1, 14). Esta exhortación la repite el sacerdote al imponer la ceniza en el rito que abre la Cuaresma. Evangelio equivale literalmente a Buena Noticia. Y así es, en efecto, pues no hay mejor noticia que la que se contiene en el Evangelio, la gran buena nueva de que Dios nos salva por medio de Cristo. El muere para redimirnos de nuestros pecados y para darnos una vida nueva, la de los hijos de Dios. Mejor que esto no hay nada en el mundo entero.
En cuanto al término “convertíos”, otros traducen “arrepentíos” y no sin motivo, pues en definitiva se trata, en primer lugar, de reconocer la gravedad de nuestro pecado y llenarnos de compunción, de dolor de corazón por haberlo cometido. Entonces, si nos arrepentimos de verdad, también nos convertiremos, cambiaremos de conducta, nos enmendaremos de nuestros pecados y lucharemos para reparar el mal ocasionado y desagraviar al Señor. Si le hemos ofendido con una mala acción, hemos de intentar responder a su perdón con una vida de entrega generosa y constante.
3.- "Cuando vio Dios sus obras y cómo se convertían de su mala vida, tuvo piedad de su pueblo el Señor Dios nuestro" (Jns 3, 10) Jonás se resistía a predicar, huía de Dios, le costaba ir a los ninivitas y hablarles de penitencia y conversión. Parece que no quería que aquellos paganos conocieran el camino de la salvación. Al final, cuando los ninivitas se arrepienten de su pecado y Dios les perdona, el profeta se enfada, protesta y de nuevo huye a su triste soledad. No comprendía que también aquellos pecadores eran hijos del Padre común, que también a ellos les había dado el ser y el existir. Jonás escucharía, asombrado y es de suponer que arrepentido como todo hombre, por pecador y malvado, si reconoce su culpa y pide perdón compungido a Dios, alcanza el perdón y la misericordia divina…
3.- VENCER LA TENTACIÓN CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU: Por José María Martín OSA
1.- Jesús salió también reforzado en el desierto. El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Es éste un lugar ambivalente: prueba y purificación, tentación y encuentro con Dios y con uno mismo. La estancia de Jesús en el desierto tal como la relata Marcos tuvo su lado tenebroso, Satanás y las alimañas, pero también su gloria y su luz, pues “los ángeles le servían”. En el desierto pudo Jesús vivir su iluminación particular sobre la meta y los medios para anunciar el Reinado de Dios. Jesús, triunfa y la causa de Dios se impone sobre lo meramente humano. El evangelio de Marcos propugna un cristianismo más radical, más conforme con los orígenes, se centra en la esencia del evangelio, como dice el Papa Francisco. Es un evangelio exigente: quiere acabar con las disculpas de que “es lo que siempre se ha hecho”, “lo que todos hacen”, “mañana lo haré”… Necesitamos pasar por la situación de desierto para reforzar nuestra experiencia de Dios. Jesús salió también reforzado en el desierto.
2.- Vencer la tentación. A fuerza de recitarlo tantas veces no nos enteramos muchas veces de lo que decimos, pues lo hacemos de forma mecánica. La tentación está ahí, acecha a todo ser humano. Lo malo no es ser tentado, Jesús también lo fue, lo malo es caer en la tentación. Iniciamos este tiempo de Cuaresma haciéndonos conscientes de que el mal y la tentación están cerca de nosotros. Está nuestra capacidad de elegir: de consentir o de vencer. El evangelio de Marcos en este primer domingo de Cuaresma nos presenta este lado profundo del mal. Pero también presenta a otros actores: El Espíritu, Jesús, Dios y su proyecto. Toda vida humana pasará la prueba de la tentación. La tentación es la posibilidad, siempre presente, de abrirle las puertas a fuerzas que se oponen al proyecto fraterno de Dios. El seductor es el que me aparta de mí mismo. Una gran tentación es eludir nuestras responsabilidades y así vernos libres del trabajo que comporta una vida entregada a la misión que Jesús nos encomienda. Sin embargo, en nosotros hay una llamada a dejarnos guiar por el Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino, nunca para manipularlo y servirnos de Él, sino para que se realice el destino de vivir en libertad, pese al “poder de las tinieblas”. ¡Jesús ha vencido ya! Pidamos con fe: “no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.
3.-“Metanoia”, cambio de mente y corazón. La conversión que pide Jesús como primer tema de la predicación del Reino debería empezar por dar la vuelta a nuestro modo de vivir ya habitualmente nuestra fe. Casi todos la vivimos en un contexto que favorece las posturas acomodaticias. Nos habituamos a largas componendas, a la generosa tolerancia con lo que sabemos no cuadra muy bien. Nos protegemos con la excusa de que somos así y al cabo de tanto tiempo no hay cambio posible. Pero el evangelio quiere sacudir esa modorra, denunciando que para nada nos sirve “retomar” las viejas prácticas con nuevo estilo. No es posible un cristianismo vivido “a medias”, ni se debe encapsular lo nuevo en moldes viejos. Hay que crear moldes nuevos, odres nuevos. No se trata de prácticas, sino de nosotros mismos. Basta con reflexionar sobre la facilidad con que pedimos el cambio de los demás. Su manera de entender y vivir la fe cristiana nos parece hipócrita o superficial. Retirarse al desierto significa enfrentarse a solas con nosotros y naturalmente comenzar por la revisión crítica de nuestro modo de ser. “Enséñame tus caminos”, pedimos en el Salmo. El evangelio de hoy nos indica el camino que siguió Jesús antes de comenzar su actividad pública. El que hoy nosotros estamos invitados a recorrer también, si nos dejamos “empujar” por el Espíritu. Jesús espera mucho de nosotros.
4.- ¡OJO! EL DEMONIO ANDA DISFRAZADO: Por Javier Leoz
¿A quién apoyas? ¿De quién eres? ¿Por quién te defines? ¿De qué lado estás? Así, y con otros interrogantes parecidos nos invitan a decantarnos en la sociedad que vivimos.
1.- La cuaresma, como camino hacia la Pascua, también coloca delante de nuestra conciencia una serie de interrogantes:
-¿Eres de Jesús? ¿Estás dispuesto a seguirle? ¿Le conoces de verdad o tan sólo de oídas?
-¿Crees con todas las consecuencias? ¿Qué opinas de la cruz? ¿Y del sacrificio?
-¿Te consideras bueno? ¿No te apoyarás demasiado en aquello de “como Dios es bueno me comprende”?
El desierto, el lugar donde somos tentados, no es precisamente un lugar solitario. El alero desde el cual, el maligno nos seduce, es precisamente la vida fácil, el consumo por sistema, la vida desenfrenada, el ocio sin norte y sin pausa, el buenismo que relativiza hasta lo más sagrado.
El demonio viene disfrazado en muchos colores y con muchos trajes. Lo malo es que, lejos de verlo como tal, lo vemos como un aliado. Hace tiempo que, para la moral relajada, dejó de ser un peligro:
-Si no vas a misa, no es importante porque –eso- no te garantiza ser bueno
-Si piensas en los sacerdotes, no olvides los escándalos de algunos de ellos
-Si el Papa sale en los medios, fíjate dónde y cómo vive
El maligno, hoy y ahora, está constantemente situado en los aleros de cada día. Encendemos la televisión y, la fe católica, es ridiculizada un día y otro también. Si nos acercamos a la prensa escrita, se nos invita –al igual que Jesús en el desierto- a lanzarnos al poder por el poder, a disfrutar de la ciudad y del mar, del placer y del tener. Vuelvo a insistir: el demonio vive en permanente carnaval. Va tan disfrazado, y a veces tan a nuestro gusto, que lo acogemos en la mesa de nuestras casas sin ningún tipo de problema. Así nos va.
2.-Escuchemos su Palabra. Veremos cómo entonces, el Señor, nos sorprende. Siempre tiene algo bueno y nuevo que decirnos.
-Necesitamos de estos desiertos, de estos encuentros para luego hacer frente a la vida. Lo mismo hacía Jesús; antes de presentarse en público se retiraba a orar tal y como hoy, por ejemplo, lo contemplamos en lucha permanente contra las tentaciones del diablo.
-Camino de la Pascua sería positivo que nos preguntásemos cómo está nuestra oración. ¿No se encontrará un poco en crisis? Cuando decimos que hay crisis de fe ¿no será que en el fondo hay problema de oración? Cuando sostenemos que hay dificultades de los padres con los hijos ¿no será también que, en el fondo, hay ausencia de comunicación de los hijos con los padres?
3.- La Cuaresma es un tiempo privilegiado para la oración. ¿Quién no se deja impresionar cuando se coloca frente a un crucificado? La oración es esencial para entender y comprender la voluntad de Dios. Y si no la entendemos ni la comprendemos es porque, muchas veces, somos alérgicos a esos desiertos de la oración, el silencio, la reflexión o la lectura asidua de la Palabra de Dios.
Que el Señor nos conceda tres gracias especiales en este tiempo de ascensión a la Pascua:
a) Ante la tentación del materialismo, el saber defender el “ser” antes que el “tener”. Cuántos hermanos nuestros viven en situaciones de dificultades y de desencanto porque no han sabido medir ni controlar su avaricia
b) Ante el incentivo de la vanidad hay que adorar al Único que se lo merece: a Dios. La vanagloria, los aplausos y el engreimiento son fiebres que se pasan en cuatro días ¿Qué queda luego? Las secuelas de las grandes soledades.
c) Ante la incitación del poder, el dominio de uno mismo. El poder en la vida de un cristiano es el servir con generosidad y el ofrecer sin esperar nada a cambio.
–Que el Señor, en este tiempo cuaresmal, nos ayude a meditar –en un bis a bis- sobre aquellas tentaciones que nos producen ansiedad, infelicidad, inseguridad o abandono de la fe.
–Que Santa Teresa de Jesús, cuyo V Centenario de su nacimiento estamos celebrando, nos ayude a caminar, vivir, estar y disfrutar con AQUEL que tanto nos ama: Cristo.
¡A por la Pascua!
4.- CONTIGO EN EL DESIERTO, SEÑOR
Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión
para así, ofrecerme hasta desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla,
cuando el mundo calla
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan
Llévame contigo al desierto, Señor
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener
por el deseo del poder
por la ambición de ser adorado
Contigo en el desierto, Señor
seré fiel hasta el final
me prepararé a la dureza de la cruz
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.
Quiero estar contigo en el desierto:
con Dios, fortaleza
con Dios, salvación
con Dios, poderoso
con Dios, santo
con Dios, único Dios.
Quiero subir contigo, Señor a celebrar tu Pascua, Señor. Amén.
5.- JESÚS FUE TENTADO, COMO NOSOTROS: Por Ángel Gómez Escorial
1.- El evangelista Marcos utiliza solo un par de líneas para narrar las tentaciones de Jesús en el desierto. Incluso lo hace en el contexto de muchas más cosas. Si os parece leo el párrafo. Dice San Marcos: “En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían”. Luego también, en poco más de una línea dice que cuando arrestaron a Juan se marchó a Galilea conde predicaba la cercanía del Reino. La brevedad habitual de Marcos hace que, siempre, los comentarios superen en concisión y en firmeza. Sabemos por los otros evangelistas que el combate del Señor con el diablo fue más largo y de un gran peso dialéctico. Y, es tal vez, el conocimiento de la historia con sus detalles, subidas y bajadas desde el pináculo del templo lo que hace, como diría yo, “más fuerte” el enunciado de Marcos, pero nos lleva rápidamente a nuestras propias tentaciones. Y es que todos somos tentados y no resulta difícil describir ese ejercicio de engaño del Maligno. No lo es. La tentación se basa, tal vez, en nuestros propios anhelos dormidos o, a veces, en cuestiones que ni siquiera entendemos. Pero sea como sea, ahí está.
2.- Lo que no es posible es negar la tentación, su existencia. No es la tentación el afloramiento simple de una tendencia o de un deseo. Es un engaño basado en esa tendencia o en ese deseo, pero de tal forma que ambos se desvirtúan para llegar a una irrealidad engañosa y malvada. La tentación nunca está llena de amor, que es patrimonio y sustancia de Dios. Ni de alegría, ni de ganas de agradar. No. Cuando es tentación hay mal y daño. La tentación, una vez superada, se aprecia que es burda y torpe. Pero los malos deseos oscurecen el alma y la caída es posible. Sin embargo, se fuéramos capaces de discernir la base engañosa de la misma no caeríamos.
3.- Deberíamos dedicar, en lo personal, un rato a analizar nuestras tentaciones más frecuentes y nuestra actuación sobre ellas. Sabemos que Dios no permitiría que la tentación supere nuestras fuerzas, ni nuestra capacidad de análisis para evitarla. Y, sin embargo, caemos. La realidad es que cuando se analiza nuestra caída y la naturaleza del pecado cometido lo que ejerce –y hasta humilla—es el burdo engaño al que hemos sido sometidos. Y otra cosa es la “tentación inexistente”. Es decir ese engaño plano y directo que nos lleva a una situación pecaminosa sin fase previa. Vamos directamente al engaño por falta de cuidado o reflexión. En fin, no pretendo que este comentario se convierta en una charla de psicólogo. No, para nada. Pero la cuestión que importa es que la tentación existe, que es persistente, si le dejamos sitio. Y la mejor forma de salir de ella es no dar pábulo a sus argumentos. Ahí lo de huir no es de cobardes, sino de perspicaces e inteligentes. Debemos, pues, tomando el ejemplo de nuestro Maestro desenmascarar el Gran Mentiroso, que no busca, ni quiere, nuestro placer. Sólo nuestro pecado.
4.- Hemos estado leyendo el libro del Génesis en las misas de feria, de cada día, de la semana anterior, de la sexta semana del Tiempo Ordinario. Y también se ha leído el final del diluvio y el pacto que Dios hace con sus criaturas. Y por eso me suena hoy como muy próximo, muy cercano. No puede negarse el encanto y cercanía de Dios que el Libro del Génesis produce. Dios Padre siempre está cerca de sus criaturas. Y aunque estas se separan de Él y rompen las “reglas del juego”, Dios siempre acude, como en la parábola del Hijo Pródigo con los brazos abiertos para acoger al pueblo que se desvía. Esa es la realidad que se recoge en toda la Biblia. La de un Padre Bueno que implora y busca que sus hijos vuelvan al redil. El máximo de la entrega es el sacrificio del Gólgota. Aquellos que buscaron y procuraron el asesinato de Jesús de Nazaret no sabían que ese sacrificio les iba a abrir las puertas del cielo, porque la reconciliación definitiva con el Padre se hacía mediante Jesús, víctima y altar que abría otro tiempo de relación con Dios, pues el mismo Jesús había mostrado con sus enseñanzas el amor y la ternura del Padre por sus criaturas. Podemos dudar, claro está, de la salvación de aquellos que conspiraron contra Jesús hasta conseguir su muerte, pero no podemos dudar de la misericordia sin límites de Dios.
5.- San Pedro en su Primera Carta se refiere a algo parecido. Pero su autoridad lo hace encíclica. Muchos esperaban la salvación desde los tiempos de Noé y hasta antes. Hay pues una relación muy válida, muy bien entretejida, entre los textos litúrgicos de hoy para, precisamente, enseñarnos. Eso es liturgia: oración y enseñanza. La Palabra de Dios sigue viva y es foco de aprendizaje para una vida mejor. Además, ello toma especiales brillos en este inicio del tiempo de Cuaresma, en que la Palabra ha de llevarnos a una conversión más profunda, a un sentirse impregnados, por el mensaje, de salvación que nos trae la Palabra.
6.- Nuestra obligación ahora es hacer nuestra la Palabra de Dios y meditarla en nuestro corazón para luego hacerla nuestra y que inunde nuestra vidas. Hoy más que nunca os recomiendo que los textos que hemos escuchado hoy se conviertan en parte de nuestra oración personal, del rato de oración que todos hemos de dedicar para estar más cerca de Dios todos los días. ¿Qué no haces un rato de oración todos los días? ¿Y tú tampoco? ¿A qué esperáis? Bueno la cuaresma es un buen tiempo para comenzar. Dios nos espera siempre. Pero en este tiempo de conversión más especialmente.
PARA JÓVENES: PESE A QUE NO LE ENTENDAMOS, DIOS ES UN BUEN HOMBRE. Por Pedrojosé Ynaraja
1.- Se dice y repite que el relato del Diluvio no es original, que es copia de un documento conservado en tablillas con escritura cuneiforme, que se refiere a la epopeya llamada de Guilgamés. Advierto que más bien debería afirmarse que ambos recogen antiguas tradiciones que les son comunes. Pero nada de esto nos importa ahora, mis queridos jóvenes lectores. La Biblia no es un acta notarial de acontecimientos históricos antiguos, reservados a estudiosos. Se escribió inspirada para nuestro mejoramiento moral e instrucción religiosa. Que se partiera de textos encontrados, no es ningún inconveniente, si lo que nos trasmite por deseo de Dios un mensaje salvífico.
2.- Si una comunidad fue infiel, era preciso purificarla. Si el procedimiento fue severo, un extenso diluvio, era necesario que la posteridad lo supiera, pero que también que Dios está siempre a favor de la paz y el bien. El símbolo del arco iris era una adecuada imagen nemotécnica y además bella estampa cósmica. Siempre que el hombre la contemplara, recordaría que el Supremo Hacedor estaba a favor de la vida y existencia humana.
3.- Llegada la plenitud de los tiempos, se obró un gran prodigio en favor de los humanos. La salvación no fue pura quimera, fue una realidad al alcance de todos y cualquiera, gracias a la heroicidad de Jesús. Hombre grande y perfecto, capaz de la proeza de aceptar lo que le pudiera venir encima, como consecuencia de los odios, envidias y malicias que sobre Él cayeran. Hijo Él de Dios Padre, por ello era capaz de dar universalidad y fortuna a todos. Es uno de los contenidos de la segunda lectura de la misa de hoy. El evangelio nos detalla cómo empezó esta etapa que para bien de la humanidad llegaba.
4.- Jesús, el protagonista, impelido por el maligno, pero dejándose llevar, se retira al desierto. Se queda allí los míticos cuarenta días. Se dejó tentar, permitió que fuera atacado por los enemigos peores que el hombre tiene, aquellos que surgen de su mismo interior. El hambre que procede del estómago, era expresión de otras muchas tentaciones, más difíciles de superar. Vivía entre alimañas, servido por ángeles. Exactamente como nosotros nos sentimos molestado, atacados, sometidos y ofendidos, mientras los favores de Dios nos ayudan a superar el trance.
5.- Superada la prueba, es hora de marchar a un foro de reunión y escucha. Anuncia que se inauguran tiempos nuevos. A grandes males, grandes remedios. A nuestras dificultades consecuencia de vivir en una cultura decadente, falta de motivaciones para obrar el bien, del egoísmo que está enraizado en todo hombre, de su ambición, de su deseo de triunfar y gozar sin freno, Él ofrece su ayuda, su colaboración.
Si nuestra cultura ha sido capaz de suprimir el plomo para la conducción del agua doméstica, el amianto para cubrir tejados, el mercurio para termómetros y tensiómetros, micro filtrar y modificar fórmulas de combustibles para no contaminar, seleccionar basuras para reciclar productos de desecho capaces de reutilización, etc., etc., paralelamente debe someterse a una disciplina que evite la derrota y condena el día, no de pasar revisión respecto al cambio climático, sino de juicio personal, si se quiere ser admitido a la gozosa Eternidad de Eternidades.
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