San Pedro de Alcántara, San Pablo de la Cruz, otros mártires misioneros. La vida misionera es una vida martirial desde el principio, es el testimonio que convence. La actitud martirial del misionero enraíza en un “amor apasionado por Jesucristo” (Vita consecrata, 109). Sólo partiendo de este amor se puede pasar al “anuncio apasionado de Jesucristo a quienes aún no lo conocen, a quienes lo han olvidado y, de manera preferencial, a los pobres” (Vita consecrata, 75).