“Son muchas las necesidades materiales y económicas de las misiones, no solo para fundar la Iglesia con estructuras mínimas (capillas, escuelas para catequistas y seminaristas, viviendas), sino también para sostener las obras de caridad, de educación y promoción humana” (RM 81). La Iglesia misionera da lo que recibe, distribuye a los más necesitados lo que sus hijos ponen generosamente a su disposición en recursos materiales.