La vocación común a la santidad y a la misión se va diferenciando según las gracias recibidas (carismas), que matizan tanto el camino de perfección como el de la misión (vocación laical, de vida consagrada, de vida sacerdotal). La donación debe ser total en cada una de las vocaciones. Y todas ellas tienen una derivación misionera sin fronteras; pero también en este campo apostólico hay matices y carismas especiales, principalmente cuando se trata de la vocación misionera ad vitam (de por vida), de universalismo y de primera evangelización.