“Ha sido un año de trabajo intenso”: así lo ha expresado Monseñor Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), en su ponencia en la apertura de la Asamblea General Anual de las Obras Misionales Pontificias.
“De la información que yo y los secretarios generales hemos recibido de los informes anuales que nos habéis enviado – ha continuado el arzobispo hablando ayer a la Asamblea de Directores Nacionales OMP – sin duda podemos decir que las OMP son uno de los instrumentos más importantes y relevantes para mantener alta la prioridad de la Missio ad Gentes en vuestras Iglesias. Publicaciones de revistas, conferencias para los jóvenes, adultos, adolescentes, cursos de formación misionera para el clero y los laicos, jornadas misioneras, recaudación de fondos, visitas a seminarios, congregaciones religiosas, y muchas otras actividades se han llevado a cabo”.
El Arzobispo ha hecho amplia referencia al ministerio misionero del Papa Francisco, quién “desea una iglesia que no esté cerrada en sí misma, sino una Iglesia en salida misionera. Una Iglesia Evangélica pobre, que se proyecta y elige a los pobres, que va alrededor del mundo, especialmente a los suburbios geográficos y antropológicos. Y nos está diciendo que tenemos que ser evangelizadores alegres, felices, que donan la alegría del Evangelio a todo el mundo. Es un gran estímulo para nosotros para continuar el trabajo de la cooperación misionera para la que hemos sido designados”.
Después de mencionar las actividades realizadas por el Comité Ejecutivo y la Comisión para las finanzas, además de las cuestiones tratadas en la Asamblea especial de noviembre, el Presidente de las OMP se ha centrado en la situación que estamos viviendo. “Estamos en un período de profundos cambios, no sólo en la Iglesia sino también a nivel civil, – ha dicho – . No exagero al decir que hoy en día es difícil, incluso trabajar y ayudar a los pobres y a los que son llamados desechos de la humanidad. Tal vez debido a algunos abusos o escándalos, las leyes de los distintos estados son, de hecho, lo que hace difícil la asistencia financiera a las iglesias, poniendo normas muy estrictas sobre la exportación de capitales”.
En este sentido, Mons. Rugambwa ha señalado algunos aspectos prácticos. En primer lugar, la necesidad de “una comunión sincera y eficaz entre oficinas nacionales y secretarías internacionales”, ya que “se necesita un diálogo continuo, una comunicación sincera, eficiente, una ayuda mutua, el respeto y la estima que proviene del hecho de que todos nosotros no trabajamos para nosotros mismos, sino para el Reino de Dios. Si podemos hacer que esta gran y capilar organización, que son las Obras Pontificias, sea una familia, entonces estas recuperarán un nuevo esplendor y una vitalidad renovada”. Otra cuestión destacada ha sido la comunicación y la transparencia del factor económico-financiero, en lo que se lleva trabajando desde hace tiempo: el nivel actual de claridad y transparencia logrado a nivel central, ahora tendrá que hacerse a nivel de las direcciones nacionales .
Por último, el Arzobispo ha reiterado que los Directores Nacionales deben ser un “puente entre la congregación y la sede central de las OMP y de las Conferencias Episcopales, y, en particular, las Comisiones de Misiones o para la Evangelización”. “Es importante recordar, especialmente en estos tiempos, en los que las Iglesias locales han asumido con razón el papel de protagonistas en la Missio ad Gentes – ha dicho – que los obispos, encabezados por el Pastor Supremo, que es el Papa, tienen la la responsabilidad solidaria de la Missio ad Gentes, y que las Obras Pontificias no existen para ayudar a tal o cual misión elegida por la diócesis, o por una Conferencia Episcopal, sino las misiones de toda la Iglesia y de las Iglesias que más lo necesiten”.
Agencia Fides 06/05/2014