Guión Litúrgico Domingo Mundial de las Misiones

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MONICIÓN DE ENTRADA

Dice el Papa Benedicto XVI en su Mensaje para el DOMUND que “el mes de octubre, con la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones, ofrece a todo el pueblo de Dios la ocasión de renovar el compromiso de anunciar el Evangelio y de dar a las actividades pastorales un aliento misionero más amplio”.

En esta celebración eucarística, Cristo nos sale al encuentro en su Palabra y en el sacramento de la Eucaristía. Desde esta experiencia podemos nosotros también salir al encuentro de todas aquellas personas que necesitan ser iluminadas con la luz del Evangelio, reflejada en nuestras vidas. Nos unimos especialmente a todos los misioneros esparcidos por el mundo entero, para que con nuestra oración y nuestra ayuda fraterna puedan continuar su labor misionera y revelar el rostro de Jesús a todos los que le buscan con sincero corazón.

LITURGIA DE LA PALABRA

Las lecturas de la liturgia de hoy nos invitan a abrirnos confiadamente a la misericordia de Dios. Él está siempre atento a nuestras necesidades y a nuestra oración confiada y perseverante. Como Padre, vuelca todo su amor sobre sus hijos y les acompaña siempre. Por nuestra parte debemos tomar conciencia de esta presencia sencilla y silenciosa. Solo la escucha de la Palabra de Dios en actitud orante y humilde nos llena de este don que supera nuestra capacidad de comprensión.

PRIMERA LECTURA:Si 35, 15b-17.20-22a

(Los gritos del pobre atraviesan las nubes)

La primera lectura de hoy está tomada del libro del eclesiástico. Este pasaje nos dice que Dios es justo. El siempre escucha las súplicas de los pobres, de aquellos que todo lo esperan de Dios, o sea, de los humildes. Dios, siempre toma propia la causa de estos pobres y desprecia a los orgullosos. Escuchemos con atención este interesante texto.

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 33

SEGUNDA LECTURA:II Timoteo 4, 6-8.16-18

(Ahora me aguarda la coroza merecida)

En la segunda lectura resuena la plegaria de agradecimiento a Dios por parte de san Pablo. También él está preocupado que Timoteo permanezca fiel a su vocación y a su fe. Pablo sabe que su vida está casi terminada y por eso es que espera de Jesús, el juez justo. Pongan mucha atención a san Pablo, dirigiéndose a su querido Timoteo.

TERCERA LECTURA: SanLucas 18, 9-14

(Parábola del fariseo y el publicano)

El evangelio, narrado por san Lucas, nos presenta una de las parábolas más expresivas: la del fariseo y el publicano. En ella aprendemos que nuestra actitud ante Dios y ante los demás seres humanos debe ser sincera, humilde y sin egoísmo. Nuestro Señor aceptó la actitud del publicano, del pobre y humilde, y por eso el éste regresó justificado, es decir, perdonado y salvado. Escuchemos la Buena Nueva de hoy, pero antes, entonemos el Aleluya.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Dios, nuestro Padre, está siempre atento a nuestra oración. Por eso, le presentamos nuestras peticiones confiadas por toda la Iglesia y toda la humanidad. R. Padre nuestro, escúchanos.

· Por la Iglesia universal, para que nunca cese su oración por las necesidades de todos los hijos de Dios que sufren en su cuerpo o en su espíritu. Oremos.

· Por el Santo Padre Benedicto XVI, los obispos y los demás pastores, para que vivan su ministerio con el amor misericordioso y universal de Jesús. Oremos.

· Por todos los fieles cristianos, para que acojamos la llamada del Papa a vivir un nuevo humanismo cristiano. Oremos.

· Por todos los que tienen responsabilidades de gobierno en los pueblos del mundo, para que Dios ilumine sus trabajos y de manera especial piensen siempre en los que más sufren. Oremos.

· Por los misioneros y misioneras en el mundo entero, para que reflejen en sus vidas el rostro de Jesús. Oremos.

. Por Nuestro País, para que todos los salvadoreños trabajemos por construir un ambiente de paz y amor . Oremos

· Por nuestra comunidad diocesana y parroquial, para que crezca en su comunión en la fe, y su testimonio de amor sea más patente a los ojos de todos. Oremos.

Dios, Padre nuestro, acoge nuestra oración para que nuestra vida sea reflejo de tu gloria y así todos los pueblos contemplen el rostro de tu Hijo, Jesucristo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

MONICIÓN AL OFERTORIO

En este día del DOMUND nuestras ofrendas tienen un valor muy especial: son el signo visible de nuestra fraternidad con todas las personas y pueblos del mundo, para que se visibilice el rostro de Jesús. El pan y el vino significan nuestra propia entrega, ya que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor, que nos harán identificarnos con Él como miembros de su Cuerpo. La colecta es la respuesta al grito de ayuda que nos dirigen todas aquellas personas necesitadas de nuestra fraternidad cristiana. El cirio hace presente la luz de la fe que recibimos en el bautismo, para que salgamos al encuentro de la petición de muchos hermanos: “Queremos ver a Jesús”.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que la participación en tu mesa nos santifique, y que la redención que tu Hijo consumó en la cruz sea recibida con gozo en todo el mundo por medio del sacramento de tu Iglesia, por Jesucristo, nuestro Señor.

La Iglesia se convierte en "comunión" a partir de la Eucaristía, en la que Cristo, presente en el pan y en el vino, con su sacrificio de amor edifica a la Iglesia como su cuerpo, uniéndonos al Dios uno y trino y entre nosotros (cf. 1 Co 10, 16 ss). En la exhortación apostólica Sacramentum caritatis escribí: "No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Este amor exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en él" (n. 84). Por esta razón la Eucaristía no sólo es fuente y culmen de la vida de la Iglesia, sino también de su misión: "Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera" (ib.), capaz de llevar a todos a la comunión con Dios, anunciando con convicción: "Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros" (1 Jn 1, 3).

Fragmento del Mensaje del papa Benedicto XVI , DOMUND 2010

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