Recursos para 3° Domingo de Cuaresma – año 2015

IIIDOMINGO DE CUARESMA

8 de marzodel 2015

  • Liturgia 3° Domingo de cuaresma – ciclo B
  • Homilias para celebraciones distintas:
    • 1.- SERVIR Y AMAR A TODOS COMO CRISTO NOS AMÓ: Por Antonio García-Moreno
    • 2.- SOMOS TEMPLOS DE DIOS: Por Gabriel González del Estal
    • 3.- JESUCRISTO ES EL VERDADERO TEMPLO: Por José María Martín OSA

    • 4.- EL ATRIO DE NUESTRA FE: Por Javier Leoz

    • 5.- LOS CAMBISTAS DE SIEMPRE Y LA CRISIS DE HOY: Por Ángel Gómez Escorial

    • PARA JÓVENES: AVENTURA Y CÓDIGOS: Por Pedrojosé Ynaraja

Liturgia 3° Domingo de cuaresma – ciclo B

MONICIÓN DE ENTRADA: Hoy en este Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma Jesús de Nazaret nos muestra su coherencia más absoluta. No quiere que la Casa de Dios –la Casa de su Padre—se convierta en lugar de especulación y engaño. Con unas cuerdas expulsa a unos comerciantes que, sin duda, no eran nada ejemplares… Es una gran enseñanza pues no debemos mezclar a Dios y al dinero. Hemos de expulsar también de nuestro corazón a esos afanes de poder y dinero que nos hacen insensibles a las necesidades de los más necesitados. La avaricia –que es una idolatría—debe salir de nosotros. No demos culto al dinero que nos convertirá en personajes insensibles y muy duros. Jesús es nuestro camino y nos lo muestra de manera muy explícita…

PRIMERA LECTURA: En la primera lectura, del Libro del Éxodo, se nos presenta el decálogo como lo más fundamental de la alianza. Esto no supone una carga o una imposición. Dios ha liberado a su pueblo y ahora lo llama a vivir, a tomar posesión desde la libertad.

LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 20, 1-17

En aquellos días el Señor pronunció las siguientes palabras:

— Yo soy el señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos –figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra–. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso dedicado al Señor, tu Dios: No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que vive en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó, por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarán tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni un asno, ni nada que sea de él.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL: SALMO 18: Exalta a Dios como creador del cielo y autor de la ley. Y ante ello el ser humano se maravilla por la grandeza del creador. La mejor reacción de los fieles ante la grandeza del Señor es un golpe feliz de humildad, de conocer desde la alegría la importancia de nuestro Padre del cielo.

R.- SEÑOR TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA.

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye al ignorante R.-

Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. R.-

La voluntad del Señor es pura

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. R.-

Más preciosos que el oro,

más que el oro fino;

más dulces que la miel

de un panal que destila. R.-

SEGUNDA LECTURA: Se trata de una constante del cristianismo. Para algunos el seguimiento de Cristo es necedad para otros un grave prejuicio. Pero para nosotros es Camino, Verdad y Vida.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1, 22-25

Hermanos:

Los judíos exigen signos; los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado; escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cristo –judíos o griegos–: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Palabra de Dios

EVANGELIO: La expulsión de los mercaderes es una forma de purificar la religión. No sirve con tener siempre en la boca la palabra “Dios”. Sirve que llevemos en un corazón puro y purificado, la esencia del mensaje del Señor Dios. Por eso Jesús viene a purificarlo a limpiarlo como en el templo. ¡Hay tanto que eliminar en nuestro corazón! ¡Hay tantas ataduras que liberar!

ACLAMACIÓN Jn 3, 16: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en Él tiene vida eterna.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 2, 13- 25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

— Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "el celo de tu casa me devora".

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

— ¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó:

— Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Los judíos replicaron:

— Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía, pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre. Palabra del Señor

MONICIÓN POST COMUNIÓN

QUIERO SER TU TEMPLO, SEÑOR

Edificado sobre tus diez mandamientos

Señalado con la cruz redentora

Fortalecido con la sabiduría divina

Rejuvenecido por tu Gracia.

Sí, Señor;

si Tú quieres

deseo y te pido me hagas templo vivo

para que, un día y contigo,

aun siendo destruido por la muerte

pueda resucitar de nuevo. Amén

EXHORTACIÓN DE DESPEDIDA: Jesús nos ha enseñado que hay que purificar la religión, la Iglesia. No podemos admitir situaciones que no busquen el bien de los hermanos y su felicidad. La Iglesia debe empobrecerse para que todo el mundo coma y sea feliz, ya en este mundo.

HOMILIAS PARA VARIAS CELEBRACIONES

1.- SERVIR Y AMAR A TODOS COMO CRISTO NOS AMÓ: Por Antonio García-Moreno

2.- SOMOS TEMPLOS DE DIOS: Por Gabriel González del Estal

3.- JESUCRISTO ES EL VERDADERO TEMPLO: Por José María Martín OSA

4.- EL ATRIO DE NUESTRA FE: Por Javier Leoz

5.- LOS CAMBISTAS DE SIEMPRE Y LA CRISIS DE HOY: Por Ángel Gómez Escorial

PARA JÓVENES: AVENTURA Y CÓDIGOS: Por Pedrojosé Ynaraja

1.- SERVIR Y AMAR A TODOS COMO CRISTO NOS AMÓ: Por Antonio García-Moreno

1.- LEY DIVINA Y HUMANA.- Israel sufría bajo el yugo del Faraón, que hacía trabajar a los hebreos en las grandes construcciones desde el amanecer hasta el ocaso. Días largos de fatigas y vejaciones. Un período que marcaría para siempre a los israelitas. El pueblo gemía y clamaba al Cielo. Entonces Dios escuchó su clamor y extendió su brazo poderoso, venciendo la terquedad y el poderío de los egipcios.

En este pasaje bíblico el Señor recuerda a su pueblo el pasado, para que lo tenga en cuenta al emprender el camino del futuro. Yo te he conquistado, les viene a decir, yo te he librado, yo tengo derecho a tu vasallaje. La Alianza pactada hacía que Israel fuera desde entonces total pertenencia de Yahvé que, a su vez, se constituía en Dios de su pueblo. Yo seré tu Dios, dice también, y tú serás mi pueblo. Tú me servirás y yo te protegeré. No olvides, añade, que yo soy un Dios celoso que castiga a los que rompen su Alianza y se compadece de los que la guardan.

También a ti te ha sacado de la esclavitud del pecado, se ha compadecido de ti y te ha dado su ley de amor. Sin él estarías sometido al yugo insoportable de Satanás. Por eso sus palabras vuelven a resonar para ti: "No tendrás otros dios frente a mí…". El Señor no admite particiones, no tolera las medias tintas. O se está con él, o contra él. No lo olvidemos nunca.

En el Decálogo hay unos preceptos que se refieren a Dios y otros que se refieren a los hombres. Así, después de recordar que hay que amar de todo corazón al Señor, que hay que respetar su santo nombre y santificar las fiestas, Dios nos habla de la obligación que tenemos hacia nuestros padres. Y para que comprendamos la importancia de este mandamiento, nos promete que, si lo cumplimos, tendremos una larga vida sobre la tierra.

El amor a los padres es, de ordinario, un sentimiento que está metido en nuestra misma naturaleza, algo que sale espontáneo del corazón del hombre. Pero Dios quiere reforzar ese sentimiento y ese lazo que nos ha de unir con nuestros padres. Por eso le da la primacía sobre los preceptos restantes y añade una promesa para quienes lo cumplen.

De ahí que el desamor hacia los padres es un pecado gravísimo. Es antinatural no preocuparse de ellos, no ayudarles, no comprenderles, olvidarles, abandonarles. A veces somos como tremendamente egoístas. Estamos pendientes de ellos cuando los necesitamos y cuando no, los olvidamos. Es triste ver en tanta soledad a muchos ancianos, cuyos hijos ni se acuerdan de ellos. Ojalá cumplamos la ley divina, y también humana, y no olvidemos nunca a nuestros padres.

2.- EL CELO DE DIOS.- Como estaba cercana la Pascua, Jesús sube a Jerusalén. Era una de las fiestas de peregrinación, junto con la de Pentecostés y la de los Tabernáculos. Días en los que se enfervorizaba el pueblo y al compás de un paso regular, a través de largas andaduras, se avanzaba hacia Dios, recordando que la vida entera es para cada uno un éxodo continuo en el que, por los caminos de la tierra, nos dirigimos al cielo.

Cuando Jesús llegó a la explanada del Templo, la preparación de la fiesta se encontraba en plena efervescencia. Los cambistas de moneda atendían a los peregrinos que llegaban de la Diáspora con moneda extranjera y debían cambiar para tener moneda nacional, los vendedores de los animales para el sacrificio hacían su negocio entre la algarabía propia de un mercado. El Señor se llenó de indignación ante aquel cuadro deplorable, indigno de la casa de Dios. Haciendo un látigo con cuerdas arremetió, él solo, contra toda aquella chusma.

Es un gesto que nos resulta sorprendente, dada la actitud serena que de ordinario vemos en Jesús. Sin embargo, quiso mostrarnos el furor de su ira para que entendamos lo grave que es hacer un negocio de las cosas de Dios, para que comprendamos cuánto abomina Jesús a quienes en lugar de servir a la Iglesia, se sirven de ella para medrar en lo temporal.

Nunca debemos hacer de la religión un negocio, nunca podemos mezclar los valores de la fe con otros valores materiales, ni servirnos de nuestra condición de católicos para escalar peldaños en la vida social. De lo contrario corremos el peligro de convertir la Iglesia en casa de contratación, en una especie de supermercado de las cosas del espíritu.

Todos debemos reflexionar en la presencia de Dios, pues todos podemos caer en la tentación de buscar intereses materiales a costa de la Iglesia o de quienes la representan, todos podemos convertir nuestras relaciones con Dios en trato de charranes. Ante la Iglesia, es decir ante Jesucristo, la única actitud válida es la de servicio desinteresado y generoso.

El único premio al que tenemos que aspirar por servir a Dios es la recompensa eterna, la paz del alma, la alegría de la renuncia a sí mismos en pro de una causa noble. Esa es nuestra esperanza y nuestro gozo, la de servir y amar como Cristo nos amó y se entregó en redención por muchos. Vivamos siempre con una honda visión de fe, con unas categorías diversas a las que se usan en el comercio o en la política. De lo contrario convertiremos, nosotros también, la casa de Dios en madriguera de trúhanes.

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2.- SOMOS TEMPLOS DE Dios: Por Gabriel González del Estal

1. Destruid este templo y en tres días lo levantaré… Él hablaba del templo de su cuerpo. Cuando el evangelista Juan escribe el evangelio ya había sido destruido el templo de Jerusalén y los judíos vivían mayoritariamente en la diáspora. Los seguidores de Jesús no tenían templos físicos donde reunirse y se reunían para celebrar la “cena del Señor” en casas particulares. El único templo en torno al cual se reunían los cristianos, en tiempos del evangelista Juan, era el cuerpo de Cristo. Después de Constantino los cristianos volvieron a reunirse en templos de piedra para celebrar la vida, muerte y resurrección del Maestro y Redentor. Pero sin olvidar que lo más importante nunca fue el templo físico donde comulgaban, sino el cuerpo vivo de Cristo con el que comulgaban. Pues bien, nosotros los cristianos, cuando nos reunimos para celebrar nuestras eucaristías, no debemos olvidar que el único que nos congrega es Jesús, que nos reunimos en torno a su cuerpo. Jesús fue el verdadero cuerpo de Dios y los cristianos, por nuestra comunión con Cristo, somos verdaderos cuerpos de Dios. San Agustín, que conocía muy la doctrina del Cuerpo místico de Cristo, decía a los cristianos de Hipona que, cuando el sacerdote les daba el cuerpo de Cristo y ellos respondían <amén> debían ser conscientes de que realmente recibían lo que eran: “recibís lo que sois: el cuerpo de Cristo”. Esa es nuestra mayor responsabilidad como cristianos: vivir conscientes de que somos cuerpos de Cristo, templos de Dios, y saber ver a las personas como templos de Dios, con todo el respeto y amor que esto conlleva. En un sentido más amplio, podemos incluso decir que todo el universo es cuerpo de Dios, como dice el himno litúrgico: “encarnación es todo el universo”.

2. Yo soy el Señor, tu Dios… no tendrás otros dioses frente a mí. En el decálogo, tal como leemos hoy en el libro del Éxodo, Yahvé se presenta como un Dios muy celoso, que no permite que sus criaturas adoren a otros dioses fuera de él. El amor a la familia y el amor a nuestro prójimo se derivan necesariamente del amor a Dios, porque Dios nos ha amado primero. Como nos dirá después Jesús, los diez mandamientos se reducen a estos dos: amar a Dios y al prójimo en Dios y por Dios. Naturalmente, la redacción del decálogo está hecha de acuerdo con el lenguaje de la cultura de su tiempo; una cultura muy machista y vengativa. El Dios de Jesús será un Dios Padre misericordioso, un Dios universal, que ama a todos sus hijos por igual y a todos nos perdona. El decálogo de los cristianos debe ser el decálogo de Jesús, donde el amor a Dios y a todas las cosas por Dios, es el único mandamiento, porque Dios es Amor.

3. Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los griegos. Ni los judíos, ni los griegos podían entender y aceptar el lenguaje de san Pablo cuando hablaba de Jesús de Nazaret como auténtico Mesías. Porque para los judíos el Mesías sería un Mesías triunfador y poderoso con el poder de Dios; por eso, hablar de un Dios crucificado era un auténtico escándalo para los judíos. Los griegos no creían en ningún Mesías salvador y redentor del ser humano, por lo que hablar de esto les parecía sencillamente una necedad. El fideísmo de san Pablo se oponía radicalmente al racionalismo de los griegos. Hoy vivimos en una situación parecida a la que vivió san Pablo: lo que se opone a una razón lógica y científica les parece a muchos, simple necedad. Por eso, el cristianismo y cualquier otro dogma religioso son recibidos en nuestra sociedad con indiferencia o con desprecio; sólo vale lo que la razón científica prueba y comprueba. Los cristianos seguimos afirmando, con Pascal, que el corazón tiene sus razones que la razón no entiende. Predicar la verdad de Cristo crucificado es para nosotros una verdad del corazón.

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3.- JESUCRISTO ES EL VERDADERO TEMPLO: Por José María Martín OSA

1.- El decálogo viene a ser como la gran Carta Magna, la Constitución general de todos los hombres, o la más antigua Declaración de los derechos humanos… Los 10 mandamientos -más bien casi todo son prohibiciones- son universalmente conocidos, que no quiere decir siempre practicados. Sería interesante tratar de jerarquizar estos 10 mandamientos, según la importancia que les da cada uno. Los mandamientos se refieren a nuestras obligaciones verticales y horizontales, las referentes a Dios y al hombre. Pero se mueven en los límites de los mínimos, con formulaciones negativas: no te apartes de Dios y no hagas daño al hombre. Cristo perfeccionaría el decálogo y condensaría los mandamientos en uno solo, que es nuestra única ley. Para ser cristiano hay que actuar siempre con amor por encima de lo estrictamente legal.

2.- El evangelio de Cristo crucificado. Los judíos dividen a los hombres en dos grupos: ellos y los otros, es decir los gentiles; pero Pablo predica a todos un mismo evangelio, que él presenta como fuerza y sabiduría de Dios, que revela en medio de la debilidad de la cruz de Cristo. Sin embargo, en Corinto no lo comprenden, mientras unos, los procedentes del judaísmo, siguen a Pedro y admiran los "signos" que realiza, otros, los "griegos", se dejan arrastrar por la sabiduría de Apolo. Unos y otros han caído en el culto a la personalidad y en el olvido del evangelio de la cruz de Cristo, por lo que andan divididos. Pablo insiste de nuevo en esta carta predicando el evangelio de Cristo crucificado, que es lo único que puede unir a los creyentes por encima de todos los partidismos. Dios ha querido manifestarse a judíos y griegos revelando su fuerza y sabiduría en la debilidad y en la necedad de la cruz de Cristo. La pena es que hoy muchos sigan exigiendo signos y otros, sabiduría, siendo así que todos hemos sido convocados para hallar en Cristo crucificado la misma fuerza y sabiduría de Dios.

3.- Un gesto profético. Juan presenta a Jesús enfrentado a la religión oficial y opone constantemente la fe de los discípulos de Jesús a la incredulidad de los judíos. La expulsión de los mercaderes del templo es un ataque profético de Jesús a los señores del templo, es un gesto que preludia una lucha persistente en la que perdería la vida; pero es también el anuncio de la destrucción de ese templo como réplica divina a la incredulidad de los judíos que no conocieron su hora y no recibieron al Mesías que les había sido prometido. La multitud de sacrificios que se ofrecían diariamente en el templo y la necesidad de cambiar la moneda corriente, la romana, por otra moneda especial, el siclo, a fin de satisfacer el tributo religioso al que estaban obligados los israelitas, hace comprensible que vendedores de animales y cambistas se instalaran en el llamado atrio de los gentiles. El permiso requerido para instalarse en el templo proporcionaba a los concesionarios, entre los cuales se contaba la familia del sumo sacerdote Anás, grandes beneficios. Estos usos y estos abusos habían convertido el templo de Dios en un mercado. Hace unos días leí un artículo en un periódico en el que su autor, el historiador José Álvarez Junco, dice que Jesús actuó con violencia cuando “se deja llevar por la indignación y la emprende a latigazos con los mercaderes del templo”. Decir que Jesús fue violento por este episodio es no entender el contexto de este capítulo del evangelio. En ningún momento se dice que Jesús pegara a las personas, solo que les expulsó y derribó las mesas. Tenemos que ver en ello un gesto profético, donde se demuestra que Jesús luchaba contra la injusticia y la corrupción, como demostró en la cruz, desde una actitud pacífica. Murió perdonando a los que le estaban crucificando.

4.- El verdadero templo de Dios. Cuando Juan escribe su evangelio, lo hace bajo la luz de la experiencia pascual. Y desde su punto de vista, el punto de vista de la fe en la resurrección de Jesús, interpreta las palabras de Jesús refiriéndolas a su cuerpo muerto y resucitado a los tres días. Si Jesús es el verdadero templo, se comprende entonces su oposición a cualquier otro templo, que pretenda situarse como algo sagrado por encima del hombre. Sí, Jesús es el templo, el ámbito del encuentro de los hombres con Dios, culto a Dios en espíritu y en verdad, pues donde hay dos reunidos en nombre de Jesús, allí está él en medio de ellos. Si Jesús es el templo, los que se incorporan a Jesús por la fe forman con él un mismo templo. La iglesia material no es ya para los cristianos la "casa de Dios" sino la casa del pueblo de Dios. Así lo explica San Agustín en su comentario a este evangelio:

“A nivel de figura, el Señor arrojó del templo a los que en el templo buscaban su propio interés, es decir, los que iban al templo a comprar y vender. Ahora bien, si aquel templo era una figura, es evidente que también en el Cuerpo de Cristo —que es el verdadero templo del que el otro era una imagen— existe una mezcolanza de compradores y vendedores, esto es, gente que busca su interés, no el de Jesucristo. Y puesto que los hombres son vapuleados por sus propios pecados, el Señor hizo un azote de cordeles y arrojó del templo a todos los que buscaban sus intereses, no los de Jesucristo”. (San Agustín)

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4.- EL ATRIO DE NUESTRA FE: Por Javier Leoz

La cuaresma, como camino que conduce hacia la Pascua, pretende con medios tan esenciales como sencillos (oración, austeridad o caridad) revestirnos de un espíritu que nos lleve a celebrar intensamente y en verdad la Semana Santa. Sin complejos y sin añadidos. No es la fe la que, a lo largo de la historia, ha disfrazado con elementos secundarios nuestra vivencia de Dios. Es el hombre, somos nosotros –unas veces con acierto y otras con no tanto- los que hemos rodeado nuestra confianza en Dios con aspectos que, tal vez, necesitan alguna revisión y que a menudo generan críticas: lo comercial no es bueno en las cosas de Dios.

1.- Que Dios no necesita ningún espacio sagrado es verdad. Cuántos templos llenos y, en contraposición, cuántos corazones no tocados por la gracia. Embelesados por la belleza, por las formas pero no despuntando hacia la conversión. El templo, desde el Bautismo, somos cada uno de nosotros. Y, ese templo, es el que hemos de cuidar con la limpieza de una buena confesión, con la pintura de una buena obra de caridad y con el mantenimiento personal a través de la oración, la eucaristía o la contemplación.

Con nuestras personas, con nuestros templos de carne y hueso, puede ocurrir lo mismo que aconteció en el suceso evangélico que se nos narra en este día: ¿Cómo nos encuentra Jesús? ¿De qué nos ve rodeados? ¿De dinero? ¿De intercambios muy interesados? ¿Con un te doy para que me des? ¿De negocios grandes o pequeños?

La respuesta, como siempre, nos la da la fe: apostar por Jesús significa colocarle en el centro y, fuera de Él, no permitir que nada distorsione nuestra fidelidad cristiana.

2.- Acostumbrados a una fe, excesivamente light, hemos de reconocer que no nos cuesta esfuerzo alguno combinar las cosas de Dios con las ofertas del mundo. Rebajar la exigencia de nuestra vida cristiana es fácil pero, también es verdad, que ello nos embarca en una mediocridad peligrosa: ¿Qué es de Dios y qué es el del mundo?

Los mandamientos, que siguen siendo diez, dan sentido a nuestro camino cristiano. El amor al prójimo, que es consecuencia lógica de nuestra unión con Dios, es imperativo en el día a día. La oración personal (y no sólo comunitaria) es síntoma de una fe saludable que, además, la fortalece cuando –esa oración- (como decía Teresa de Jesús) nos lleva a caer en la cuenta de que es estar con Aquel que decimos amar.

3.- Depurar nuestra praxis cristiana es muy difícil en estos tiempos que nos toca vivir. Entre otras cosas porque la Iglesia, cada vez que nos recuerda aquello que estorba en los atrios de nuestro pensamiento, de nuestro corazón, de nuestro hablar o de nuestro comportamiento, es respondida con críticas sobre su intrusismo o su poder mediático. ¿Es así? ¡No! Simplemente nos recuerda lo qué es una vida cristiana diferenciándola de la pagana.

En este tercer domingo de la cuaresma seamos conscientes de un gran peligro que nos acecha: no somos ya nosotros los mercaderes en nuestro propio templo. Es ya, la sociedad que nos rodea, la que intenta invadir y torpedear los atrios de cada persona, de cada familia y de la moral colectiva con sus propias pretensiones resumidas en una frase: ¡Todo vale! Y, eso, no es bueno.

Quien tenga oídos…que oiga.

4.- QUIERO SER TU TEMPLO, SEÑOR

Para que, en el sagrario de mi corazón,

habites y hables dándome el calor de tu Palabra.

Quiero, Señor, que vuelques la mesa de mi orgullo

y sea dócil al soplo de tu Espíritu.

Sí, Señor;

quiero ser un templo de tu presencia

para que levantes en mí la verdad y la justicia

la paz y la alegría, el amor y la misericordia.

Un edificio en el que sólo tengas cabida Tú

y, donde las piedras,

tengan el sello del perdón y la esperanza.

Un rincón en el que puedas reinar

y sentirte a gusto, un templo de tu propiedad.

Sí, Señor;

quiero ser un templo

del cual te puedas sentir orgulloso,

en el que no exista suciedad ni comercio alguno

en el que, Dios, quiera siempre vivir y nunca marcharse.

Quiero ser tu templo, Señor

Edificado sobre tus diez mandamientos

Señalado con la cruz redentora

Fortalecido con la sabiduría divina

Rejuvenecido por tu Gracia.

Sí, Señor;

si Tú quieres

deseo y te pido me hagas templo vivo

para que, un día y contigo,

aun siendo destruido por la muerte

pueda resucitar de nuevo. Amén

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5.- LOS CAMBISTAS DE SIEMPRE Y LA CRISIS DE HOY: Por Ángel Gómez Escorial

1.- El episodio del “ataque” de Jesús a los mercachifles del Templo de Jerusalén ha sido objeto de muchos estudios y es uno de los más cultivados por los exegetas de todos los tiempos. Incluso, en aquella época del siglo pasado, cuando se encumbró al Jesús Revolucionario y también al Jesús Superstar, quiso verse dicho ataque como una acción guerrillera de Jesús y de sus partidarios contra el poder establecido de entonces. Y así achacar a Jesús una violencia justiciera que nunca tuvo. La “violencia” de Jesús realizada con un atadillo de cuerdas no es eso, sobre todo en una época en la que la espada y otras armas mortales estaban a la orden día. Pero, en fin, pensando un poco en estos tiempos habrá que reconocer que la rabia de Jesús estaría fundamentada por el abuso y la avaricia de los que vendían y cambiaban en el Templo. Además, todo ello eran concesiones de la mismísima autoridad del Templo, la cual se llevaba una importante comisión de las ganancias de aquel negocio, legal pero muy impresentable.

2.- Es posible, asimismo, que Jesús recodara el relato de sus padres, María y José, cuando acudieron al templo para la presentación del su hijo primogénito, del mismo Jesús. Sin duda, los cambistas y los vendedores de palomas les engañarían de mala manera. Igualmente, cuando Jesús a los doce años se quedó en el templo pudo apercibirse de lo poco edificante de aquellos negocios. Como se sabe, los Sumos Sacerdotes, acuñaban su propia moneda, los siclos, y no permitían la entrada del dinero romano, el que circulaba entonces. Era, pues, necesario un “cambio de divisas”. Y ahí estaría el abuso.

3.- Hoy, sobre nosotros, convive ya desde hace muchos años una crisis financiera y macroeconómica de enorme gravedad. Y su origen ha estado en un sofisticado sistema de productos financieros, opacos y poco honrados, que se han producido por la codicia de algunos y se han alimentado por la avaricia de muchos. Sin duda, Jesús, hoy mismo habría derribado las mesas plegables de los cambistas de este tiempo. Y es posible que tienda a derribar las mesas de cambio de nuestros corazones. En ellas es donde nosotros guardamos nuestra avaricia y nuestra adoración por el dinero. Y de eso, del deseo de riquezas, aunque sean injustas, bien se puede decir que quien no tenga pecado que tire la primera piedra. Y es que, a veces, cuando se producen graves problemas en la humanidad, siempre hay que decir que los responsables no son solamente unos pocos que tenían las llaves del mando, hay miles y millones de cómplices que han aguantado y participado de tales abusos.

4.- El templo de Jerusalén controlaba la ciudad entera. No había –digámoslo así—gobierno municipal y el control y las obras de la ciudad se acometían desde el dinero del templo. Había pues muchas necesidades. Pero, ciertamente, la obligación de peregrinar a Jerusalén por la Pascua era una fuente muy importante de ingresos y no solo por las donaciones al Templo. Pero esa cuestión traía que hubiera muchos intereses alrededor, mucha corrupción y no pocos abusos. Lo terrible es que todo ello estaba radicado en el Templo. Y si bien es cierto que, para no contaminarse, los extranjeros no podían entrar en el Templo incluso bajo pena de muerte, si lo incumplían. Esa otra contaminación por el dinero y las influencias estaba a la orden del día. Jesús lo sabía y arremete contra lo más visible contra los cambistas y los vendedores de palomas, corderos y bueyes para el sacrificio ritual…

5.- Creo que tiene mucho sentido ese “ataque” del Señor. Quiere terminar con ese imperio del dinero en el Templo. Creo, asimismo, que la Iglesia ha de tener siempre mucho cuidado y especial honradez con los temas de dinero y con su aproximación al mundo de los negocios. Es verdad que la Iglesia de Dios tiene muchas necesidades y que, obviamente, necesita dinero y ayudas económicas para cumplir su misión. Ahí está Cáritas, el esfuerzo de las Misiones, los esfuerzos de caridad permanentes por muchas –y muy meritorias—organizaciones de religiosas. Incluso, el mantenimiento del clero y de los templos. Todo eso está bien y es muy razonable. Pero recordando el evangelio de Jesús deberá hacer todo lo posible para contaminarse con el dinero. Ni a gran escala, ni en la más mínima expresión…

6.- San Pablo explica con gran lucidez la realidad del cristiano en los años en que él vivió y que, desde luego, son perfectamente válidos para nosotros. Cristo crucificado, predicar su seguimiento, era necedad para los griegos. ¿Cómo un ajusticiado podía ser venerado? Y era escándalo para los judíos. Porque Jesús fue condenado por lo más alto de la sociedad teocrática judía. Era escandaloso darle le culto, tenerle como Dios. Pero ahí está que para nosotros es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. El sacrificio salvador de Jesús era difícil de entender. Hoy mismo lo es. Y hay mucha gente que se sigue preguntando si fue necesario que muriera Jesús en la Cruz y si la redención no pudo acometerse de otra manera. Pero Jesús llevó acabo un esfuerzo total de entrega voluntaria. Pero, además, mirémoslo desde las definiciones doctrinales de Jesús, sin llegar, todavía, al sacrificio. Veamos, ¿no es necedad o locura poner la otra mejilla cuando se ha recibido un bofetón? ¿No lo es, asimismo, amar a los enemigos y rezar por ellos? ¿Y, también, hacerse pobre de solemnidad para poder seguirle? Nosotros somos cristianos y algunos serán bastante buenos cristianos. Pero pocos lo venderán todo para ir detrás del Señor y pocos, muy pocos, perdonaran y rezaran por el enemigo que les ha maltratado. Si somos coherentes con el mensaje de Jesús seremos tildados, sin duda, de locos o, al menos, de raros… El seguimiento de Jesús propone medidas muy radicales, muy difíciles de aceptar. Y, tal vez, se llega a ellas tras mucho tiempo y mucho empeño de querer serles fieles. Aunque, como bien dice Pablo, necesitamos de la gracia y de la sabiduría de Dios para disipar nuestro estupor ante lo que Cristo nos manda. Por supuesto, no es labor de un día, pero el convencimiento llegará…

7.- Acabamos de escuchar en la primera lectura un fragmento del Libro del Éxodo en el que Dios marca a Moisés la ley en torno, precisamente, a su persona, al Dios Único verdadero. Nosotros esperamos nuestra Pascua con la resurrección de Jesús. Los judíos tras la Pascua iniciaron su larga peregrinación por el desierto. La tierra prometida era la promesa y el premio. Nuestra promesa y premio es reconocer que Jesús, una vez resucitado, no muere más y que es verdadero Dios y Hombre. Eso lo aprendemos con el prodigio ocurrido en la noche pascual. La recomendación del Libro del Éxodo debe darnos fuerzas para incrementar nuestra fe y nuestra esperanza. La espera en la que nos ejercitamos en estos días de cuaresma por supuesto que no es inútil. Es fundamental para nuestras vidas.

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PARA JÓVENES: AVENTURA Y CÓDIGOS: Por Pedrojosé Ynaraja

1- Empiezo, mis queridos jóvenes lectores, refiriéndome a la segunda lectura. Tiene un párrafo que siempre me ha gustado mucho y que creo es de suma actualidad. Perdonadme que ahora para este comentario os lo repita, cosa que no acostumbro a hacer. Dice Pablo: mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; más para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.

2- Hace bastantes años que vengo repitiendo que nuestra cultura está enferma de esperanza. La vida de muchos de nuestros contemporáneos es simple sinrazón, que se va llenando de entretenimientos, tantos entretenimientos, que uno escucha ante cualquier insinuación: no tengo tiempo. También se reconoce el sinsentido y la insatisfacción. Cuando alguien dormita y, perezoso él, no acude a cumplir con sus deberes, alguien se atreve a despertarlo, desperezarlo y estimularlo, echándole un jarro de agua en la cara o pinchándole en algún lugar sensible y no peligroso. El gesto es cruel, pero eficaz. Lo que dice San Pablo es algo así, pero en el terreno espiritual. Algo necesario antes de que radicales fanatismos consigan arrebatar al que vive monótonamente y lo lleve a posturas criminales.

3- Salir del sopor espiritual cuesta. Unos piden ideas que les convenzan y sumidos en su pereza, nada les hace cambiar. Los discursos a los que ya se han acostumbrado, saben que ocultan intenciones egoístas, que poco de lo que prometen los capitostes lo cumplirán si llegan al poder. Deslumbran algunos con sus genialidades y les arrastran a manifestaciones que acaban siempre lo mismo, proyectando o proponiéndose, como máximo asistir a otra concentración. La mayoría del vulgo está convencida de que su postura es la mejor, la que les exige poco esfuerzo, aunque no les entusiasme. Hablar de Cristo crucificado, les puede recordar a algunos los que les exige poco esfuerzo, aunque no les entusiasme. Hablar de Cristo crucificado, les puede recordar a algunos. La mayoría están convencidos de que su postura es la mejor, la que no les exige, aunque no les entusiasme.

4.- Hablar de Cristo crucificado, les puede recordar a algunos los crucifijos que adornaban y lucían tantas personas que aparecían públicamente con ademanes y atuendos más o menos eróticos, por no decir, en algunos casos, pornográficas. A nuestra época se la juzgará duramente por haber convertido la representación del gesto más sublime y doloroso del Señor, su crucifixión, en objeto de lujo o adorno complementario que enseñaban personas de comportamientos muy lejanos a lo que representa la Cruz de Cristo.

5.- Pero la Cruz, seguramente todos vosotros lo sabréis, peregrina por el ancho mundo. Será la de las Jornadas Mundiales de la Juventud o tendrá otro apellido. La Cruz contemplada en silencio, alabada en comunidad y meditada con profundidad, mueve a muchos a jugarse la vida, a entregarse a servicios en ONG’s, en Caritas o en Congregaciones religiosas de austera vida.

6.- La Cruz de Cristo le exigió a Él mucha fuerza de voluntad. La tuvo y ahora nos la confiere, si nos unimos sinceramente. La Cruz de Cristo le exigió dejarse llevar por la voluntad del Padre y abrirse camino, para dar sentido a lo que para los ciudadanos de aquel Viernes en Jerusalén no era más que uno de tantos suplicios a los que los romanos sometían. Pero Él supo que era su más sublime momento de entrega al Padre y su mejor enseñanza para los hombres que tanto amaba. Hoy esta misma Cruz ilumina y acompaña sufrimientos que nadie es capaz de dar sentido de otro modo.

7.- Victoria, tu reinarás, ¡oh Cruz, tu nos salvarás! La consideración de la primera y tercera lectura de hoy nos incomoda. El texto del Éxodo con tantos mandamientos y prohibiciones nos molesta. ¿para qué tanto mandamiento, nos preguntamos? Yo ya sé lo que está bien y lo que está mal, no necesito a nadie que me lo recuerde, oímos. La Ley Natural, inscrita en lo más profundo del corazón humano, es suficiente responden otros. Todos los que dicen esto tienen toda la razón y si nos atenemos a las consecuencias, los resultados son muy deficientes, lo sabemos de sobra.

8.- Podemos tener buenas autopistas, sabe conducir y poseer un vehículo que responda siempre a nuestras maniobras, pero es necesario que existan señales que nos recuerden las normas, aparatos de control por radar que mediante las sanciones, que supone el incumplimiento de las leyes, aprendamos a cumplirlas…. El episodio del Templo para muchos les parecerá “políticamente incorrecto”. Y no seré yo quien lo niegue. Pero aquel lugar exigía gestos propios de aquellos tiempos para que conservara su calidad sagrada.

9.- Un inciso. Los templos de la antigüedad eran simples plataformas elevadas a donde se acudía a ofrecer sacrificios. Toda la superficie era sagrada. El que construyó Salomón y que deslumbró a propios y ajenos obedecía exclusivamente a las mismas concepciones de encuentro del fiel con su Dios. Pero el que existía en tiempos de Jesús, el de Herodes el grande, tenía la particularidad de ofrecer una gran explanada, una gran plaza enorme, solo superada por la actual de Tianamen. Esta superficie aunque formara parte del Templo judío, estaba abierta a la entrada de paganos y se la iba ocupando poco a poco por oficios de servicio al principio, de simple negocio más tarde.

10.- Fue esta ambigüedad la que atacó el Señor. El método que empleó nos parece cruel a nosotros, pero era lo normal de aquel entonces. Os pongo un ejemplo personal, que imagino puede ayudaros, mis queridos jóvenes lectores. Dentro de mi dedicación sacerdotal, me tocó en un lugar ejercer de maestro de escuela. Para que hubiera disciplina debía existir sanción. Mi antecesor castigaba pegando con una regla en la palma de la mano. A mi este proceder no me gustaba y me limitaba a excluir al alumno díscolo durante el tiempo que juzgara adecuado, de la vida de la comunidad escolar. No permitía que rieran si la situación de la clase era jocosa o intervenir en una conversación. Pues bien, mis alumnos me pedían que obrara como mi antecesor, me ofrecían la mano para que les pegase, cosa que no hice, pero que pudieran participar de lo que vivían sus compañeros.

11.- Si apareciera físicamente el Señor ahora por nuestras iglesias estoy seguro de que las sometería a un proceso de purificación que muchas se merecen. Mejoraría la conducta personal y la santidad del espacio. ¿Quién se atreve?

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