3. El enfermo orante en los salmos

¿Qué son los salmos?
Los salmos fueron la oración de Antiguo Testamento que hicieron suya el Señor, la Virgen María, los Apóstoles los primeros mártires, y luego la Iglesia universal. Son composiciones líricas que pueden clasificarse en himnos o cantos de alabanza a Dios, en súplicas o cantos de sufrimiento y lamentación, y en acciones de gracias. Entre las súplicas destacan aquellos salmos motivados por una situación de enfermedad, o de peligro de muerte. Nunca son puras lamentaciones, pues son gritos del alma y expresiones de una fe personal, que incluyen manifestaciones de confianza en Dios desde la tribulación.
Las formas de oración del enfermo en los salmos.
2.1. El enfermo que interroga: salmo 88.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está colmada de desdichas
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan entre los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro.
Me has colocado en el fondo de la fosa,
tu cólera pesa sobre mí.
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos;
los ojos se me nublan de pesar,
mi compañía son las tinieblas.
¿Harás tú maravillas con los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se anuncia tu misericordia en el sepulcro
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
2.2. El enfermo que pide: salmo 71.
A ti, Señor, me acojo;
no quede yo derrotado para siempre;
inclina a mí tu oído y ponme a salvo.
Tú fuiste mi esperanza desde mi juventud;
no me rechaces ahora en la vejez;
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
ahora en la vejez y en las canas,
no me abandones, Dios mío.
Me harás subir de lo hondo de la tierra,
de nuevo me consolarás,
y yo te daré gracias, Dios mío.
2.3. El enfermo que confiesa: salmo 32.
Dichoso el que es absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado,
a quien el Señor no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
porque tu mano pesaba sobre mí,
mi savia se me había vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí y tu perdonaste
mi culpa y mi pecado. Por eso, que todo fiel
te suplique en el día de la desgracia.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro.
Te instruiré y te enseñaré el camino
que has de seguir, fijaré en ti mis ojos.
2.4. El enfermo que confía: salmo 63.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti,
mi carne tiene ansia de ti
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio;
mi alma está unida a ti y me sostiene.
2.5. El enfermo que agradece: salmo 30.
A ti, Señor me acojo:
no quede yo nunca defraudado.
Piedad, Señor, que estoy en peligro;
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor,
mis años en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen. tu misericordia sea mi gozo y mi alegría;
en tu mano están mis azares.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Qué bondad tan grande, Señor,
reservas a tus fieles y concedes a los que se acogen a ti.
Tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos; el Señor
guarda a sus fieles; sed fuertes y valientes
de corazón los que esperáis en el Señor
2.6. El enfermo que alaba: salmo 103.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
pero la misericordia del Señor dura siempre.
Bendecid al Señor, todas sus obras;
bendice, alma mía, al Señor.
3. Reflexiones sobre la oración del enfermo en los salmos:
  • ¿Por qué crees que la Biblia contiene oraciones de enfermos?
  • Del contenido de estos salmos, ¿qué aspectos principales resaltarías? ¿por qué?
  • En el curso de la asistencia que practicas a los enfermos, ¿les oyes expresarse así?; ¿a menudo o raras veces? ¿cuáles son, de entre las contenidas en estos salmos, sus expresiones más frecuentes? ¿por qué?
  • ¿Qué valor terapéutico crees que tiene la oración?

Dejar un comentario

Deja un comentario