TEMÁTICA PREPARATORIA PERSONAL
“ME HAS ESCOGIDO PARA SER ANIMADOR”
Este encuentro será un poco distinto, debido a lo que propondremos. Este encuentro es personal, así que busca un momento del día para estar a solas y puedas vivir un espacio de silencio, reflexión y escucha de Dios, guiado con textos e interrogantes que nos ayudarán en revisar cómo estamos cumpliendo nuestras responsabilidades y qué motivaciones personales –no grupales– tengo hacia el servicio misionero que doy. Te recomendamos tener cerca tu Biblia y tu Manual de la IAM. El Espíritu de Dios te asistirá.
DESARROLLO DEL ENCUENTRO
Oración Inicial:
“El mundo de hoy está sediento de esperanza y ésta brota auténticamente de la buena noticia de la misericordia encarnada” (Benedicto XVI). ¡Cuán acertada es esta frase del papa!, el mundo necesita darse cuenta que hay una esperanza para él, que aunque no la podemos ver, está presente en nuestros corazones, pero para que las demás personas puedan darse cuenta de esto, se necesita que nosotros se los demos a conocer. Hay que llevar la noticia de que Jesús es la esperanza para nuestras vidas. Reza un Padre nuestro por las personas que han perdido la esperanza y por aquellos que la están encontrando.
MOTIVACIÓN:
El animador misionero anuncia que, mientras haya fronteras y mientras haya últimos y lejanos, el Reino de Dios no será plena realidad. Anuncia que no podemos celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos encerrados en nuestro círculo eclesial. Anuncia que la comunión no tiene sentido si no hay una dimensión de universalidad; la comunión, si no desemboca en una dimensión misionera y en el compartir el don de la fe recibido, es falsa.
Anuncia que todos los hombres y mujeres son llamados a ser hijos de Dios, hermanos de todos y señores del mundo. Anuncia que sólo Jesús es el Señor y que no puede haber hombres que opriman a otros hombres, porque el Reino de Dios es justicia y fraternidad.
Por consiguiente, el animador misionero está plenamente integrado en la comunidad, en su planificación y realización; es plenamente consciente de que su función es una actividad que merece la pena realizar, porque entra de lleno en los planes de salvación de Dios, y, también, de que ocupa el lugar exacto, porque ha sido llamado por Dios a dedicarse a una tarea entusiasta y bonita, al ser útil a la Iglesia y a los hermanos.
De esta manera, el animador misionero crea sensibilidad en su comunidad hacia la misión, dando a conocer y promoviendo todo aquello que pueda fomentar interés por la misión; y, desde esta sensibilidad, es fácil hacer brotar la solidaridad espiritual, personal y económica hacia las misiones. Además, para promover en la comunidad eclesial la actitud de “salir”, tiene que crear esta conciencia ayudando a las personas y a la comunidad a entender que la misión es asunto de todos, que todos somos responsables de la misión, porque a todos nos ha confiado el mismo Jesucristo la misión de llevar su Evangelio hasta los confines de la tierra.
El animador, en actitud de comunión misionera, evangeliza su comunidad, ayudándola a descubrir a Jesucristo y la acción del Espíritu Santo en la riqueza de los dones que éste derrama en la vida de las Iglesias nacientes y jóvenes, e invitándola a acoger tales dones para su propia revitalización. Finalmente, el animador misionero se hace educador de aquellas personas que en la comunidad manifiestan el deseo de ir a la misión.
Escuchando al Maestro: Lee, pausa y medita para tu vida.
Þ2Cor 2, 14-17.
ÞHch 20, 35.
ÞMt 10, 16.
Ojos y corazón abiertos:
“Dice una leyenda que cuando Jesús llegó al cielo después de su vida en la tierra, fue saludado con entusiasmo infinito por los ángeles. Luego le preguntaron a quién dejó en la tierra para que continuara su obra. Él respondió: ‘A un grupo pequeño de hombres y de mujeres que me aman’. ‘¿Sólo eso?’, replicaron los ángeles. ‘¿Y si ellos fallan de algún modo?’. ‘Pues yo no planeé nada más’. […] El apóstol tiene conciencia clara de ser un enviado al ámbito público para continuar la misión de Jesús en medio de sus hermanos”.(Luis A. Castro Quiroga, Congreso Nacional de Misiones, Burgos, 2003; en CEM, Actas…, p. 90).
Cuando se ama de verdad a Jesucristo, uno no puede quedarse indiferente ante la realidad
de la misión. Amar a Jesucristo significa que nos hemos tomado en serio su Palabra.
Þ¿Vivo la identidad que nos da el ser bautizados cara a la misión?
Þ¿Qué tan grande es mi inquietud misionera?
Þ¿Sé cuál es mi motivación interna, es decir personal, que me anima en el servicio? ¿Cuál es? ¿Está configurada con la de Cristo? ¿Qué tanto han influido negativamente los que me rodean en ella?
Þ¿Cuál es mi actitud ante la importancia y urgente la animación y formación misionera?
Þ¿Cuáles son los obstáculos que tengo para llevarla a cabo?
REVISO MI TRABAJO: Busco en mi Manual de la IAM el capítulo VIII y voy leyendo cada uno de los rasgos del perfil, características y funciones del Asesor misionero. Los leo varias veces para comprender y al final de cada una me puedo hacer las siguientes preguntas: ¿Lo soy? ¿Lo realizo con amor, por rutina, obligación o soy indiferente? ¿Qué podría hacer para mejorar?. Para la última pregunta, voy anotando en mi cuaderno las acciones que puedo llevar a cabo.
Después que me he puesto frente al espejo del Asesor Misionero con la revisión de mi servicio, leo la cita bíblica Josué 1, 5-9 y confiando en el Señor hago un Compromiso misionero, como respuesta a su llamado de ser ANIMADOR DE LA CONCIENCIA MISIONERA UNIVERSAL!
Gracias Señor: Junta tus manos, con fe y amor dile al Señor:
“Señor Jesús, te doy gracias porque me has escogido para ser tu apóstol y me has llamado para cultivar en mí y en los demás el amor universal. Señor, que tu amor sea mi amor, que tu paciencia sea mi paciencia y que tus palabras sean mis palabras. Amén.” Saluda a la Estrella de la Evangelización diciendo: Dios te Salve María…