Ayudemos a los misioneros, porque ellos no quieren nada para sí, sólo para aquellos a quienes sirven. Están cerca de los olvidados de la tierra, de quienes pasan hambre en la dolorida África, de los leprosos de la India, de los campesinos olvidados de América Latina, de los afectados por los desastres naturales.
Ayudemos a los misioneros, porque su compromiso es de por vida, y el mejor programa de ayudas es invertir en personas como ellos, que están siempre allí antes, durante y después de las catástrofes; que entregan su vida a los más necesitados, que comparten sus esperanzas y anhelos, ayudándoles en su caminar diario.
Ayudemos a los misioneros, porque han consagrado su vida a anunciar el Evangelio a todos los pueblos del mundo. Se han comprometido con el mandato de Jesús "Id y anunciad"; y por ello necesitan de nuestro cariño y oración para que sientan que detrás de ellos hay una comunidad misionera que les apoya. Ayudemos a los misioneros, porque ellos están allí en nuestro nombre. ¡Cooperemos con las misiones!