Consagración diaria del Enfermo Misionero

“Os pedimos a todos los que sufrís, que nos ayudéis. Precisamente a vosotros, que sois débiles, pedimos que seáis una fuente de fuerza para la Iglesia y para la humanidad. […] Venza vuestro sufrimiento en unión con la cruz de Cristo”
(Beato Juan Pablo II, Salvifici doloris, 31).
Señor Jesucristo, que me has llamado a participar de tu cruz,
crucificándome por la enfermedad y la invalidez,
te ofrezco hoy mi vida y mis sufrimientos,
y todas las penalidades de mi vida, y te pido
que las unas a las que padeciste en tu Pasión.
Ofréceselas al Padre Celestial
por la santificación de los misioneros,
por la multiplicación de las vocaciones apostólicas y
la confesión y acercamiento a Dios de todos los hombres.
Creo, Señor, que el dolor purifica y conduce a la santidad.
Creo que Dios está cerca de aquellos que sufren con Él.
Fortalece mi fe y dame la suficiente generosidad y
todo el amor necesario, y cuando el sufrimiento sea más pesado y las pruebas más duras,
haz que pueda responderte
con un convencido “hágase tu voluntad”
Amén

“Os ruego, hermanos, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva” (Rom 12,1-2).

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