Frases Misioneras Redemptoris Missio

REDEMPTORIS MISSIO

Carta Encíclica del Papa Juan Pablo II, sobre la permanente validez del mandato misionero. (1990)

“Es el Espíritu Santo quien impulsa a anunciar las grandes obras de Dios”. (RM 1)

“El impulso misionero pertenece a la naturaleza íntima de la vida cristiana e inspira también el ecumenismo: «Que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21)”. (RM 1)

“Es el Espíritu Santo quien impulsa a anunciar las grandes obras de Dios: «Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe: Y ¡ay de mi si no predicara el Evangelio!»(1 Cor 9, 16)”. (RM 1)

“La misión atañe a todos los cristianos, a todas las diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales”. (RM 2)

“La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal”. (RM 2)

“La misión renueva la Iglesia , refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!" (RM 2)

"La misión tiene como único fin servir al hombre, revelándole el amor de Dios que se ha manifestado en Jesucristo". (RM 2)

"Para esta humanidad, tan amada por el Padre, que por ella envió a su propio Hijo, es patente la urgencia de la misión". (RM 3)

“Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos”. (RM 3)

“Sólo en la fe se comprende y se fundamenta la misión”. (RM 4)

“La Iglesia no puede dejar de proclamar el Evangelio, es decir, la plenitud de la verdad que Dios nos ha dado a conocer sobre sí mismo”. (RM 5)

“La Iglesia no puede dejar de proclamar que Jesús, vino a revelar el rostro de Dios y alcanzar, mediante la cruz y la resurrección, la salvación para todos los hombres”. (RM 11)

“La Iglesia ofrece a los hombres el Evangelio, documento profético, que responde a las exigencias y aspiraciones del corazón humano y que es siempre «Buena Nueva»”. (RM 11)

"Todo cristiano no puede esconder ni conservar para sí la novedad y riqueza de la Buena Nueva , recibida de la divina bondad para ser comunicada a todos los hombres". (RM11)

“Uno de los objetivos centrales de la misión es reunir al pueblo para la escucha del Evangelio, en la comunión fraterna, en la oración y la Eucaristía”. (RM 26)

“La novedad de vida es la «Buena Nueva» para el hombre de todo tiempo: a ella han sido llamados y destinados todos los hombres”. (RM 11)

“Jesús se ha acercado sobre todo a aquellos que estaban al margen de la sociedad, dándoles su preferencia, cuando anuncia la «Buena Nueva»”. (RM 14)

“Hoy también es necesario unir el anuncio del Reino de Dios y la proclamación del evento de Jesucristo. Los dos anuncios se completan y se iluminan mutuamente”. (RM 16)

“Mediante la acción del Espíritu Santo, la Buena Nueva toma cuerpo en las conciencias y en los corazones humanos y se difunde en la historia. En todo está el Espíritu Santo que da la vida”. (RM 21)

“El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial”. (RM 21)

“La misión no se basa en las capacidades humanas, sino en el poder del Resucitado”. (RM 23)

“El misionero es invitado a creer en la fuerza transformadora del Evangelio y a anunciar la conversión al amor y a la misericordia de Dios, la experiencia de una liberación total hasta la raíz de todo mal, el pecado”. (RM 23)

“La misión de la Iglesia , al igual que la de Jesús, es obra de Dios”. (RM 24)

“Aún antes de ser acción, la misión es testimonio e irradiación”. (RM 26)

“Los horizontes y las posibilidades de la misión se ensanchan, y nosotros los cristianos estamos llamados a la valentía apostólica, basada en la confianza en el Espíritu ¡El es el protagonista de la misión!”. (RM 30)

“La tarea de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos se presenta inmensa y desproporcionada respecto a las fuerzas humanas de la Iglesia”. (RM 35)

"A pueblos enteros y áreas culturales de gran importancia en no pocas naciones no ha llegado aún al anuncio evangélico". (RM 37)

“El anuncio de Cristo y del Reino de Dios debe llegar a ser instrumento de rescate humano”. (RM 37)

“Existen otros muchos areópagos del mundo moderno hacia los cuales debe orientarse la actividad misionera de la Iglesia : el compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo los de las minorías; la promoción de la mujer y del niño; la salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio”. (RM 37)

“La Iglesia debe ser fiel a Cristo, del cual es el Cuerpo y continuadora de su misión”. (RM 39)

“La Iglesia tiene el deber de hacer todo lo posible para desarrollar su misión en el mundo y llegar a todos los pueblos; tiene también el derecho que le ha dado Dios para realizar su plan”. (RM 39)

“La misión no coarta la libertad, sino más bien la favorece. La Iglesia propone, no impone nada: respeta las personas y las culturas, y se detiene ante el sagrario de la conciencia”. (RM 39)

“A quienes se oponen con los pretextos más variados a la actividad misionera de la Iglesia ; ella va repitiendo: ¡Abrid las puertas a Cristo!”. (RM 39)

“Todas las formas de la actividad misionera están marcadas por la conciencia de promover la libertad del hombre, anunciándole a Jesucristo”. (RM 39)

“La actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia”. (RM 40)

“La actividad misionera es, en última instancia, la manifestación del propósito de Dios, o epifanía, y su realización en el mundo y en la historia, en la que Dios, por medio de la misión, perfecciona abiertamente la historia de la salvación”. (RM 41)

“El trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la promoción humana, es un testimonio del Evangelio, si es un signo de atención a las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre”. (RM 42)

“El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos continuadores, es el «Testigo» por excelencia (Ap 1, 5; 3, 14) y el modelo del testimonio cristiano. El Espíritu Santo acompaña el camino de la Iglesia y la asocia al testimonio que él da de Cristo (Jn 15,26-27)”. (RM 42)

“La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y de la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse”. (RM 42)

“El misionero que, aun con todos los límites y defectos humanos, vive con sencillez según el modelo de Cristo, es un signo de Dios y de las realidades trascendentales”. (RM 42)

“Todos en la Iglesia , esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar testimonio, que en muchos casos, es el único modo posible de ser misioneros”. (RM 42)

“EL anuncio tiene por objeto a Cristo crucificado, muerto y resucitado: en él se realiza la plena y auténtica liberación del mal, del pecado y de la muerte; por él, Dios da la «nueva vida», divina y eterna”. (RM 44)

“El anuncio se hace en el contexto de la vida del hombre y de los pueblos que lo reciben. Debe hacerse además con una actitud de amor y de estima hacia quien escucha, con un lenguaje concreto y adaptado a las circunstancias”. (RM 44)

“En el anuncio el Espíritu actúa e instaura una comunión entre el misionero y los oyentes, posible en la medida en que uno y otros entran en comunión, por Cristo, con el Padre”. (RM 44)

“La fe nace del anuncio, y toda comunidad eclesial tiene su origen y vida en la respuesta de cada fiel a este anuncio”. (RM 44)

“El primer anuncio tiene una función central e insustituible, porque introduce «en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con él en Cristo» 73 y abre la vía para la conversión”. (RM 44)

“EL anuncio tiene la prioridad permanente en la misión”. (RM 44)

“La evangelización debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios”. (RM 44)

“EL anuncio tiene la prioridad permanente en la misión: la Iglesia no puede substraerse al mandato explícito de Cristo; no puede privar a los hombres de la «Buena Nueva» de que son amados y salvados por Dios”. (RM 44)

“El misionero está presente y actúa en virtud de un mandato recibido y, aunque se encuentre solo, está unido por vínculos invisibles, pero profundos, a la actividad evangelizadora de toda la Iglesia”. (RM 44)

“Todas las formas de la actividad misionera están orientadas hacia la proclamación que revela e introduce el misterio escondido en los siglos y revelado en Cristo, el cual es el centro de la misión y de la vida de la Iglesia , como base de toda la evangelización”. (RM 44)

“El entusiasmo por anunciar a Cristo deriva de la convicción de responder a la esperanza”. (RM 45)

“El anuncio está animado por la fe, que suscita entusiasmo y fervor en el misionero”. (RM 45)

“El anuncio de la Palabra de Dios tiende a la conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe”. (RM 46)

“La misión ‘ad gentes' tiene este objetivo: fundar comunidades cristianas, hacer crecer las Iglesias hasta su completa madurez”. (RM 48)

“La acción evangelizadora de la comunidad cristiana, es el signo más claro de madurez en la fe”. (RM 49)

“Sólo haciéndose misionera la comunidad cristiana podrá superar las divisiones y tensiones internas y recobrar su unidad y su vigor de fe”. (RM 49)

“Cada Iglesia es misionera por naturaleza, es evangelizada y evangelizadora, y la fe siempre debe ser presentada como un don de Dios para vivirlo en comunidad (familias, parroquias, asociaciones) y para irradiarlo fuera, sea con el testimonio de vida, sea con la palabra”. (RM 49)

“El diálogo interreligioso forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia”. (RM 55)

“El mejor servicio al hermano es la evangelización, que lo prepara a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente”. (RM 58)

“El desarrollo humano auténtico debe echar sus raíces en una evangelización cada vez más profunda”. (RM 58)

“La misión de la Iglesia no es actuar directamente en el plano económico, técnico, político o contribuir materialmente al desarrollo, sino que consiste esencialmente en ofrecer a los pueblos no un «tener más», sino un «ser más», despertando las conciencias con el Evangelio”. (RM 58)

“La misión ‘ad gentes' se despliega aun hoy día, mayormente, en aquellas regiones del Sur del mundo donde es más urgente la acción para el desarrollo integral y la liberación de toda opresión”. (RM 58)

“La actividad misionera lleva a los pobres luz y aliento para un verdadero desarrollo". (RM 59)

“La nueva evangelización debe crear en los ricos, entre otras cosas, la conciencia de que ha llegado el momento de hacerse realmente hermanos de los pobres en la común conversión hacia el «desarrollo integral», abierto al Absoluto”. (RM 59)

“El amor es y sigue siendo la fuerza de la misión”. (RM 60)

“Son las «obras de caridad» las que atestiguan el espíritu de toda la actividad misionera: El amor, que es y sigue siendo la fuerza de la misión , y es también «el único criterio según el cual todo debe hacerse y no hacerse, cambiarse y no cambiarse. Es el principio que debe dirigir toda acción y el fin al que debe tender. Actuando con caridad o inspirados por la caridad, nada es disconforme y todo es bueno»". (RM 60)

“Damos gracias a los misioneros quienes, con su presencia amorosa y su humilde servicio, trabajan por el desarrollo integral de la persona y de la sociedad por medio de escuelas, centros sanitarios, leproserías, casas de asistencia para minusválidos y ancianos, iniciativas para la promoción de la mujer y otras similares”. (RM 60)

“Los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús”. (RM 60)

“La Iglesia es misionera por su propia naturaleza ya que el mandato de Cristo no es algo contingente y externo, sino que alcanza al corazón mismo de la Iglesia”. (RM 62)

“Me he puesto en marcha por los caminos del mundo «para anunciar el Evangelio, para “confirmar a los hermanos” en la, fe, para consolar a la Iglesia , para encontrar al hombre”. (RM 63)

“Que los misioneros y misioneras, que han consagrado toda la vida para dar testimonio del Resucitado entre las gentes, no se dejen atemorizar por dudas, incomprensiones, rechazos, persecuciones. Aviven la gracia de su carisma específico y emprendan de nuevo con valentía su camino, prefiriendo los lugares más humildes y difíciles”. (RM 66)

“Entre los laicos que se hacen evangelizadores se encuentran en primera línea los catequistas”. (RM 73)

“La participación en la misión universal no se reduce, pues, a algunas actividades particulares, sino que es signo de la madurez de la fe y de una vida cristiana que produce frutos”. (RM 77)

“Miembros de la Iglesia en virtud del bautismo, todos los cristianos son corresponsables de la actividad misionera. La participación de las comunidades y de cada fiel en este derecho-deber se llama «cooperación misionera»”. (RM 77)

“La oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte eficaz por medio de la gracia divina. San Pablo, en sus Cartas, pide a menudo a los fieles que recen por él, para que pueda anunciar el Evangelio con confianza y franqueza”. (RM 78)

“El anuncio del Evangelio requiere anunciadores, la mies necesita obreros, la misión se hace, sobre todo, con hombres y mujeres consagrados de por vida a la obra del Evangelio, dispuestos a ir por todo el mundo para llevar la salvación”. (RM 79)

“Las misiones no piden solamente ayuda, sino compartir el anuncio y la caridad para con los pobres”. (RM 81)

“La Iglesia misionera da lo que recibe; distribuye a los pobres lo que sus hijos más pudientes en recursos materiales ponen generosamente a su disposición”. (RM 81)

“La actividad misionera ante todo ha de testimoniar y anunciar la salvación en Cristo, fundando las Iglesias locales que son luego instrumento de liberación en todos los sentidos”. (RM 83)

“Cooperar con las misiones quiere decir no sólo dar, sino también saber recibir”. (RM 85)

“El Espíritu los transformará en testigos valientes de Cristo y preclaros anunciadores de su Palabra: será el Espíritu quien los conducirá por los caminos arduos y nuevos de la misión, siguiendo sus decisiones”. (RM 87)

“La misión sigue siendo difícil y compleja como en el pasado y exige la valentía y la luz del Espíritu”. (RM 87)

“No se puede comprender y vivir la misión si no es con referencia a Cristo, en cuanto enviado a evangelizar”. (RM 88)

“Precisamente porque es «enviado», el misionero experimenta la presencia consoladora de Cristo, que lo acompaña en todo momento de su vida. «No tengas miedo… porque yo estoy contigo» (Hech. 18, 9-10). Cristo lo espera en el corazón de cada hombre”. (RM 88)

“A esto se orienta la espiritualidad del misionero: «Me he hecho débil con los débiles … Me he hecho todo para todos, para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio» (1 Cor 9, 22-23)”. (RM 88)

“Al misionero se le pide renunciarse a sí mismo y a todo lo que tuvo hasta entonces y a hacerse todo para todos”. (RM 88)

“Nota esencial de la espiritualidad misionera es la comunión íntima con Cristo: no se puede comprender y vivir la misión si no es con referencia a Cristo, en cuanto enviado a evangelizar”. (RM 88)

“Para poder anunciar a todo hombre que es amado por Dios y que él mismo puede amar, debe dar testimonio de caridad para con todos, gastando la vida por el prójimo”. (RM 89)

“Sólo un amor profundo por la Iglesia puede sostener el celo del misionero; su preocupación cotidiana”. (RM 89)

“Para todo misionero y toda comunidad la fidelidad a Cristo no puede separarse de la fidelidad a la Iglesia”. (RM 89)

“El misionero es el hombre de la caridad: para poder anunciar a todo hombre que es amado por Dios y que él mismo puede amar, debe dar testimonio de caridad para con todos, gastando la vida por el prójimo”. (RM 89)

“EL misionero es el «hermano universal»; lleva consigo el espíritu de la Iglesia , su apertura y atención a todos los pueblos y a todos los hombres, particularmente a los más pequeños y pobres”. (RM 89)

“El misionero supera las fronteras y las divisiones de raza, casta e ideología: es signo del amor de Dios en el mundo, que es amor sin exclusión ni preferencia”. (RM 89)

“La espiritualidad misionera se caracteriza por la caridad apostólica; la de Cristo que vino «para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11, 52); Cristo, Buen Pastor que conoce sus ovejas, las busca y ofrece su vida por ellas (Jn 10)”. (RM 89)

“Quien tiene espíritu misionero siente el ardor de Cristo por las almas y ama a la Iglesia , como Cristo”. (RM 89)

“El misionero se mueve a impulsos del «celo por las almas», que se inspira en la caridad misma de Cristo y que está hecha de atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad, interés por los problemas de la gente”. (RM 89)

“La llamada a la misión deriva de por sí de la llamada a la santidad”. (RM 90)

“La espiritualidad misionera de la Iglesia es un camino hacia la santidad”. (RM 90)

“En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la «Buena Nueva» ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza”. (RM 91)

“Los caminos de la misión: pobreza, mansedumbre, aceptación de los sufrimientos y persecuciones, deseo de justicia y de paz, caridad; es decir, las Bienaventuranzas, practicadas en la vida apostólica (Mt 5, 1-12)”. (RM 91)

“El misionero ha de ser un contemplativo en acción”. (RM 91)

“El misionero halla respuesta a los problemas a la luz de la Palabra de Dios y con la oración personal y comunitaria”. (RM 91)

“El misionero, sino es contemplativo, no puede anunciar a Cristo de modo creíble”. (RM 91)

“El misionero es un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir como los Apóstoles: «Lo que contemplamos… acerca de la Palabra de vida…, os lo anunciamos» (1 Jn 1, 1-3)”. (RM 91)

“El misionero es el hombre de las Bienaventuranzas”. (RM 91)

“Viviendo las Bienaventuranzas el misionero experimenta y demuestra concretamente que el Reino de Dios ya ha venido y que él lo ha acogido”. (RM 91)

“La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior, que viene de la fe”. (RM 91)

“En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la «Buena Nueva» ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza”. (RM 91)

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